26 marzo, 2008

Va de sagas

Aunque sigo siendo lectora voraz de casi todo lo que cae entre mis manos, tengo que confesar que cada vez leo menos. Tanto la vida en general, como la organización de la XIV Mereth Aderthad en particular, así como la irrupción de las consolas de videojuegos, hacen que cada vez lea un poquito menos; tendencia que procuro minimizar a toda costa, claro.

El caso es que últimamente, mis lecturas se han orientando en gran medida hacia las sagas de libros. En los últimos meses he ido devorando (y terminando) varias sagas, a saber:
  • Los hijos de la Tierra, de Jean M. Auel. Narra las aventuras de Ayla, una joven cro-magnon criada por una tribu neanderthal. La escritora recrea la Europa prehistórica con precisión, y resulta una serie de libros muy entretenidos. Hasta el momento, he leído todo lo publicado, 5 libros. En teoría, Auel está escribiendo el sexto volumen, pero no tiene fecha de aparición. Yo lo espero con impaciencia, puesto que la historia de Ayla me tiene bastante enganchada.
  • Canción de hielo y fuego, de George R.R. Martin. Una de las últimas sagas de fantasía que ha aparecido en el mercado y de las que más éxito está teniedo. Únicamente he leído los tres primeros libros, y Festín de Cuervos (el cuarto y último publicado hasta el momento) espera pacientemente junto a una montaña de libros por leer. Aunque lo cogí hace poco, me dio pereza. Creo que fue, sobre todo, por la aparición de tanto personaje secundario, lejos de los personajes que habían sido los protagonistas en los tres primeros volúmenes: en serio, me da igual lo que haga Brienne de Tarth.
  • Harry Potter, de J.K. Rowling. Hace poco terminé el séptimo y último libro de la saga, y en algún momento, quiero releerlos todos seguidos. A pesar de ser literatura juvenil, tiene bastante tirón y es muy entretenida. Quizá peque de poco leída pero en mi opinión, la saga de Harry Potter tiene bastantes cosas originales. A bote pronto, se me ocurre el quidditch o las fotografías en movimiento.
  • El comisario Brunetti, de Donna Leon. Saga de novela policiaca, protagonizada por dicho comisario, y ambientada en la Venecia actual. Son novelas cortas y fáciles de leer, donde el muy culto Guido Brunetti nos deleita con investigaciones criminales mezcladas con descripciones de la vida y constumbres de la ciudad. De los 17 libros que por ahora protagoniza el comisario, he leído 14 y estoy a la espera de que los nuevos salgan en formato bolsillo.
  • El inspector Wallander de Henning Mankell. Otra saga de novela negra, pero esta vez ambientada en Suecia, con saltos puntuales a Dinamarca o Letonia. Wallander resuelve casos mucho más complejos que los de Brunetti, todo hay que decirlo, y se nota en el volumen de cada libro. He leído todos los libros que hay publicados hasta ahora en castellano, que creo que son todos los que están publicados en sueco.
  • Miles Vorkosigan, de Lois McMaster Bujold. No podía olvidar a mi enano cabezón favorito, y sus aventuras intergalácticas entre Barrayar, Colonia Beta (¡aupa betanos!) y Cetaganda, por citar unos cuantos planetas. Muy recomendable de leer si gusta la ciencia ficción. Creo que he leído todo lo que está publicado, con excepción de la precuela En caída libre, y no sé si Bujold va a seguir enriqueciendo una saga que cuenta ya con 15 libros, aunque creo recordar que ahora anda con Chalion (tsk tsk tsk).
  • Mundodisco, de Terry Pratchett. Genial e hilarante saga de novelas fantásticas ambientadas en un mundo plano repleto de héroes, magos y brujas de lo más peculiares todos. Aunque no sigo un orden concreto para leerlos, de vez en cuando me gusta volver a alguno. El último que he leído ha sido Mascarada, protagonizado por las brujas de Lancre.


Creo que no se me olvida ninguna de las que he tenido en los últimos meses entre las manos. Aunque esto es un post sobre sagas literarias, el último libro que he leído ha sido El corazón helado de Almudena Grandes (y que reseñaré cualquier día de estos) y ahora estoy con Absurdistán, de Gary Shteyngar, gracias a la recomendación del ínclito Rinzewind.

10 marzo, 2008

Injusticia aritmética

Después de la elecciones de ayer, cuyo resultado hace que me sienta contenta pero molesta, no pude menos que hacerme una pregunta que a muchos les sonará un poco tonta: ¿qué pasaría si todos los escaños valieran lo mismo? Sí, porque no nos engañemos, no todos los escaños valen los mismos votos. Viendo los votos totales (no olvidemos que esto han sido elecciones generales) de cada uno de los partidos, veo que a CiU le sale muy rentables sus votos: cada diputado le ha costado sólo unos 70400 votos; y a NaBai su único diputado le ha costado aún menos: sólo 62073 votos. Podemos seguir: al PSOE le ha costado 65470 votos, al PP 66470. En el extremo opuesto están los diputados más caros: los de IU, que han costado cada uno la friolera de 481520 votos, más de 7 veces lo que le ha costado al PSOE.

Ni corta ni perezosa me he ido a buscar un simulador de la ley d'Hont para ver qué hubiera pasado si los votos se hubieran computado de manera global y no por circunscripciones:
elecciones2008
PSOE (44.9%): 161
PP (41.2%): 147
IU (3.9%): 14
CiU (3.1%): 11
UPyD (1.2%): 4
PNV (1.2%): 4
ERC (1.2%): 4
BNG (0.8%): 3
CC (0.7%): 2
CA (0.3%): Ninguno
NaBai (0.3%):Ninguno


Porque, desengañémonos, los diputados provinciales no defienden luego los supuestos intereses de cada provincia. Se vota en bloque, independientemente de que la ley favorezca o no a la provincia en cuestión. Por tanto, un reparto equitativo de escaños (aunque sea con la ley d'Hont) nos daría un panorama en la cámara donde cada cual tendría un respaldo similar de votos, y donde no se daría esa injusticia aritmética de la que ayer hablaba Llamazares.

La representación territorial puramente dicha se tendría que quedar para el senado, esa cámara que nadie sabe muy bien para qué sirve, pero que, en teoría, representa a los distintos territorios.

Y, sobre todo, como decía Chema, que dejen de vendernos el bipartidismo, hasta en la web oficial de las elecciones. Que hay más posturas políticas en España, por suerte, y que a ver si en algún momento, racionalizamos el sistema electoral y cada cual tiene los diputados que realmente se merece.