Mostrando entradas con la etiqueta Lisboa. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Lisboa. Mostrar todas las entradas

25 agosto, 2012

Portugal, día 7

La verdad, no se puede decir que madruguemos. Nuestras caseras estaban muy preocupadas por la hora del desayuno y nos preguntaban que a qué hora lo queríamos. Y claro, nosotras desconcertadas, en plan "pero os lo tenemos que decir ahora?". Luego ya nos explicaron que ellas no se levantan hasta las 8 o las 8 y media... creo que se quedaron aliviadas al saber que nosotras antes de las 9 no solemos amanecer ;) Eso sí, nos preparan unos desayunos estupendos, aunque aquí no tengan leche que pueda tomar, ains.

Hoy nos hemos ido a Sintra. Está como a 30km de Lisboa y hemos decidido ir en coche para ir luego a la playa. La verdad es que el viaje ha sido bastante bueno, si no fuera porque nos estábamos quedando sin gasolina y la gasolinera más cercana siempre estaba después de nuestra salida de la autovía. Así que hemos dado un par de vueltas y al final el gps nos ha llevado a una. Evidentemente, con el depósito a medias ya (no lo llenaremos hasta llegar a España), nos hemos cruzado con 4 ó 5. Hi, Murphy! 

Sintra es un pueblín pequeño pero con mucho encanto. Está así como subido a una ladera, y es como Benidorm pero en muy bonito. A mí me recuerda un poco a Monschau, en Alemania. Había básicamente restaurantes y tiendas de souvenirs, pero si conseguías abstraerte, pues ni tan mal. Queríamos haber pasado al Palacio Real, pero eran, de nuevo, 7 euracos, y claro... nos hemos conformado con darnos un paseo por los alrededores. Tocaba subir al Castelo dos Mouros, las ruinas de una fortaleza árabe del siglo XI (siglo arriba, siglo abajo), y al Palacio da Pena, mucho más reciente. Y como parece ser que yami no había subido suficientes cuestas, ha propuesto que llegásemos andando... si total, sólo había un desnivel de unos pocos cientos de metros. Así que venga para arriba, por mitad del Parque Natural y bastante mal preparadas... si hoy no nos hemos roto un tobillo, ya creo que nos salvamos. 

Pero el paseo ha merecido la pena y no era tan duro como se esperaba (aunque a priori no lo sabíamos, para qué van a dar la información >_<). Y hemos llegado y nos hemos dado la vuelta, que entrar a cada uno de los sitios costaba 7 y 12 € respectivamente. Y yo pago 12€ por entrar a la Alhambra, pero a un palacio del XIX... no lo tengo nada claro. 

Vuelta a bajar, y al coche, que nos íbamos un rato a la playa. Había que hacer "check" en el Atlántico, aunque yo no las tenía todas conmigo, que ese agua está muy fría. Nos hemos ido de Sintra por huir del rollo turístico y por poco comemos, joer. Que a las 3 cierran los bares, así sin más. En Portugal. Con un sol de justicia. ¿Qué les pasa a estos portugueses? Al final, una amable señora de la limpieza de un bar al que nos hemos acercado -y que estaba ya cerrado- nos ha llevado a una cafetería donde nos hemos puesto hasta arriba de pescado y verduras, por 20€... 

Sobre el plano habíamos elegido una playa, la de Magoito, que nos parecía que estaba un poco más alejada y que podría estar bien... y vaya si lo estaba, una playa gigante, con no mucha gente, en la que hemos aparcado en la puerta, como quien dice, y donde se estaba muy bien. Y al final me he bañado, aunque el agua estaba helada. yamila se lo ha pasado muy bien viéndome dar grititos de "está helada", aunque en cierto momento ella ha soltado un "joder, está fría hasta para mí", que le ha salido del alma.Al final, yo he metido hasta la cabeza y he aguantado un rato jugando contra las olas. 

Pero vamos, que nos hemos tonificado en el Atlántico, hemos hecho check, y yo he aguantado un total de 1 hora y 15 minutos en la playa. Todo un record para mi talasofobia. Pero, en serio, estaba llena de sal. Y de arena. Eso no era cómodo. A mí dadme una piscina en un ático de Madrid desde donde se divise toda la ciudad y me haréis muy feliz :P

Ya de nuevo en Lisboa, hemos ido a cenar siguiendo una recomendación de última hora de mi padre: la casa do Alentejo. Tenía como punto muy a su favor que está al lado de "nuestra casa", y como mañana queremos salir temprano, no nos interesaba demasiado perdernos por el Barrio Alto. La verdad es que el restaurante ha sido toda una sorpresa: por una puerta minúscula, se accedía a una casa antigua acondicionada de restaurante, un poco como el bar de Coimbra, pero mucho más señorial. Muy buen sitio, y muy buena comida, a un precio muy razonable. Como bonus, hemos probado vinos y quesos del centro-sur, y también nos han gustado. 

Ahora me quedo con ganas de visitar el Alentejo y el Algarve portugués... pero tendrá que ser para otra visita. Mañana iremos a Évora, que sí que está en el Alentejo, y de allí a Mérida, donde espero (espero, ESPERO) que Enrique nos saque de cañas (¡cañas!) y nos lleve de visita nocturna por su ciudad, además de alojarnos ;))

La próxima crónica, mal que bien, ya desde España.

24 agosto, 2012

Portugal, día 6

Hoy ha tocado Lisboa. La verdad es que ha sido un día bastante estándar de turisteo por la ciudad. Por la mañana a Belem, a ver la torre y el Monasterio (al que no hemos pasado, que era muy caro) y por la tarde a la Alfama y al Castillo de San Jorge. Yami y yo íbamos con la firme convicción de que nos encontraríamos un dragón (muerto), pero nada, no ha habido manera. Estos portugueses no tienen ni idea.

Eso sí, hemos descubierto que el transporte público en Lisboa es un poco random. O, al menos, los tranvías. Hay uno, el 28, que se supone que es circular y va por las zonas más turísticas de la ciudad: el barrio alto y la alfama. Como nos hemos comprado un bono de 24 horas, esta noche nos hemos ido a dar el paseo, antes de cenar. Para empezar, los tranvías viejos son como una montaña rusa. Van por calles muy empinadas y sólo suben y bajan y paran donde creen conveniente dando bandazos. Pero no contentos con eso, en cierto momento se ha parado y nos han dicho: "final del trayecto", y a bajarse. Nosotras hemos pensado que habría que volver a picar, y lo hemos hecho donde nos ha dicho la conductora... pero cuál no habrá sido nuestra sorpresa que lejos de seguir la ruta teórica, nos ha vuelto a bajar por el mismo sitio. Mucho SAE y mucha historia, pero tienen un plano que no entiende nadie, y unos conductores bastante inútiles... Ha sido un circular muy WTF.

Al menos, nos ha dejado en la Alfama, que era donde pensábamos cenar. Por recomendación de Clara, nos hemos ido al Circo Chapito, pero tras conseguir llegar sin que la conductora nos tirase del tranvía y/o nos atropellase después, el sitio estaba cerrado... así que a callejear por una Alfama muy vacía, hasta que hemos cenado en un sitio que estaba bastante bien. 

yami ha probado esta mañana los famosos pasteles de Belem, sin hacer mucha cola. Yo también, una pizca, pero llevan leche >_< Estaba rico, pero tampoco espectacular, todo hay que decirlo. Donde se ponga una buena torrija...

Eso sí, esta mañana nuestras caseras nos habían preparado un desayuno gourmet a base de pan, fruta, zumo, mermeladas... todo muy chic, que para eso son artistas (sic.). 

Mañana, último día en Portugal... aprovecharemos para ir a la playa a descansar un poco, que se va notando el tute de una semana sin parar. Esperemos que el coche esté donde lo dejamos y no tengamos que llamar a la policía portuguesa. YO, como siempre, confiaré en el portuñol de yami y en su pasado navarro. 

23 agosto, 2012

Portugal, día 5

Anoche tocó salir en Coimbra. Como las indicaciones para ir a escuchar fados que nos había dado Pablo no eran demasiado precisas, decidimos preguntar en la recepción del albergue. Y nos recomendaron muchos sitios. Primero, para cenar, una taberna típica muy barata donde nos pusimos hasta arriba de bacalao y de secreto de cerdo, acompañado de una botella de vinho verde Casal García. Estaba todo muy rico. La taberna: Adega Paço do Conde, en la rua Paço do Conde, por si alguna vez os pasáis por Coimbra. 

Y luego a oír fados. De las dos opciones que teníamos, llegamos a un sitio llamado "Diligenças"... y digo llegamos porque pensábamos que estaba más lejos, pero las distancias en Coimbra son extremadamente cortas y debe ser que yami y yo todavía tenemos la mentalidad de Madrid. Y nos pasamos de largo en lo que nosotras considerábamos un paseíto. Pero mereció la pena; cantaba una fadista la mar de mona, con mucho dolor de todo. Y yo ya ando con una pregunta, ¿para que un fado sea un fado debe decirse la palabra fado? ¿Si no, no computa? No es nada sencillo, eh? 

Y entre fado y fado cayó otra botella de vinho verde, de la misma marca, para no mezclar, que somos chicas sanas. Nosotras no tuvimos la culpa, claro, es que no la ponían por copas, ni por botellas de medio, así que... y era todo tan triste... y luego el dueño / camarero se puso a cantar fados. Y yami descubrió que el WC tenía un plástico que daba vueltas. Y era todo muy triste y muy sentido y muy portugués. Y, sí, todo era muy bonito hasta que salimos y yami propuso ir a la zona de "botellón" (o eso le había entendido ella al del albergue). Y ¿dónde estaba la zona de botellón? En todo lo alto de Coimbra. Yo que por la mañana me había despedido de la Universidad... pues no, a subir cuestas otra vez, hasta llegar a todo lo alto, descubrir que había dos bares y gente en la calle y que yami dijera: pues me han recomendado otro bar. ¿Y dónde estaba el otro bar? Abajo del todo de Coimbra. Eso sí, aprovechamos para ver las Escadas Monumentais, que ya os podéis imaginar que con ese nombre no tienen una docena de escalones.

Llegamos al bar más raro que he visto yo en todo Portugal y probablemente en toda Europa. Está en una casa antigua de Coimbra, y ocupa las tres plantas. Y las mesas y las sillas distribuidas por las habitaciones. Y un camarero súper gay, que no quiso echarse una foto con nosotras. Eso sí, el bar muy curioso, pero el peor mojito que he probado en mi vida. Creo que no lo agitaron, pero lo habían hecho con aguarrás. Así que fadeando en nuestro interior la pena del mojito (que no nos bebimos), nos fuimos a subir la cuesta que llevaba hasta el albergue. Os diría el nombre del bar, pero ni yo me acuerdo, ni estaba puesto en la puerta, así que iba a servir de poco. 

Y esta mañana desayuno comunal. La verdad es que el albergue estaba muy bien organizado y nos hemos sentido muy bien tratadas. Hemos desayunado con gente de diversas nacionalidades, cada uno hablando en su idioma, pero todo como de muy buen rollo. Y nos hemos despedido del recepcionista salido de un anuncio de los años 70 que había en el hostel, camino de Lisboa.

En el camino hemos parado a ver las ruinas romanas de Conímbriga, pero no hemos entrado, que era muy caro. Eso sí, nos hemos comido todos los desvíos de obras del mundo y al final Marta, la titi del GPS, se ha cabreado con yamila. Que conste que yo me he pasado la mayor parte de los 200km durmiendo y no he tenido nada que ver.

Y ya estamos en Lisboa. En una casa en el centro, en la Praça da Figueira, con unas caseras la mar de majas. Vamos, que hemos llegado a las 2, y nos han invitado a comer. Una es italiana y la otra argentina, así que se ha hablado poco portugués y mucho menos inglés. Pero muy majas. Eso sí, deben estar forradas, el piso que tienen en el centro de Lisboa debe costar un riñón y parte del otro. Pero la habitación está estupenda, y está todo muy limpio :)) 

La odisea ha sido aparcar el coche, claro. Que aquí también hay zona SER, pero mucho más absurda que en Madrid. Hay calles en las que se paga, calles en las que no, calles en las que es carga y descarga pero funciona hasta una hora que saben los vecinos... todo muy gonadal, y sin información a priori. Evidentemente la poca zona llana que tiene Lisboa no tiene plazas de parking... así que a aparcar a las cuestas... dejémoslo en que a. ha sido toda una experiencia, b. yami ha estado a punto de comerse el carnet de conducir de pura desesperación y c. hemos dejado el coche en un sitio donde una vecina nos ha asegurado que no se lo va a llevar la policía. El viernes os lo cuento. 

Por lo demás, a la oficina de turismo, a informarnos sobre transporte y a visitar el Barrio Alto. Hemos hecho un gran descubrimiento: Lisboa resbala. Sí, así en general. Si hoy no nos hemos partido un tobillo es porque el FSM estaba de nuestro lado por haberle honrado al mediodía. Y si subiendo es una movida, bajando ya es la risa. Nuestra filosofía ha sido: si nos rompemos un tobillo, que al menos sea patinando. 

En el barrio alto, un paseíllo, algún bar típico que nos ha recomendado una de nuestras caseras, y una iglesia quemada en el terremoto de 1755. Pero ha sido más chulo imaginar que lo he hecho yo, claro, aunque he decidido no poner el pensamiento en alto, que, visto lo visto, aquí son muy religiosos y las riot nunca se sabe dónde acaban. 

La praça do Comerço y el Tajo siguen en su sitio, y los lisboetas siguen siendo una amalgama de nacionalidades bastante original. Eso por no hablar de la cantidad de turistas que hay. Los portugueses siguen siendo igual de no-guapos que en el resto del país, por cierto. En fin, yo espero reconciliarme con Lisboa en estos días...

Mañana compraremos un abono turístico de un día para poder subirnos a los tranvías y llegar a Belem, y movernos un poco más por la zona. Ya nos han dicho que tengamos cuidado con el bolso, que los carteristas andan ocupados este verano. 


Nos levantaremos a mesa puesta, que ya nos han informado de que nos preparan el desayuno a las 8.30, así que estamos como unas reinas. Sólo nos falta alguien que nos abanique (guiño, guiño, patada, codazo).