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06 septiembre, 2014

Camino de Santiago, día 8

¡Sólo es mi 5a tostada!
La gochez absoluta se esconde en el desayuno buffet de un hotel. Olvidada la dieta sin hidratos por las vacaciones hemos decidido que la ventana anabólica nos va a durar hasta el lunes. Eso sí, en horario español: de 9 a 11.

Efectivamente, hemos salido a las mil. El día tampoco acompañaba: estaba nublado y llovía porque Galicia ha decidido trolearnos. Visto que ni playa ni visitas hemos cogido el coche para ir hacia Bayona, eligiendo la ruta paisajística: carretera sin peajes. Dos horas en llegar, claro, pero pasando por las rías, que siempre es bonito. Y un timing perfecto, hemos llegado a Bayona y ha abierto el día.

El océano en Bayona.
La medida de tiempo que tienen por aquí no tiene nada que ver con la de Madrid: dos rutas turísticas de más de una hora cada una nos las hemos hecho en hora y media; la segunda, alrededor de la fortaleza convertida en parador ha sido la más chula, ya que iba por el acantilado. Se podía entrar en la fortaleza pero había un tío que cobraba por pasar a un edificio patrimonio histórico concesionado y nos hemos negado.

Paseo alrededor del parador de Bayona.
El link a la foto panorámica.

Coche de nuevo y para Oia, a ver el monasterio, que nos lo habían recomendado en turismo. Nos han timado:
1. Estaba cerrado y ponía que estaba en proyecto de convertirse en un hotel de cuatro estrellas con spa.
2. Se podía visitar la iglesia, que también estaba cerrada, si avisabas en el estanco. Lo típico: un cura estanquero. Pero tampoco sabíamos dónde estaba el estanco.



Así que nos hemos ido de allí sin ver nada y con hambre, que ya eran más de las 2.

El siguiente destino era A Guarda, en la frontera con Portugal. Hemos comido pescado, en una dieta de lo más variada que llevamos a base de pulpo acompañado de cosas, y Adri ha propuesto subir al monte de Santa Tecla a ver el Miño y el país vecino. Ha sido la mejor decisión del día, por encima incluso de la pila de donuts de chocolate del desayuno.

Un pulpo exquisito.
Después de una subida entretenida por una carretera llena de curvas que nos ha metido en una nube (jodía humedad), hemos llegado al Castro de Santa Tecla, unas ruinas arqueológicas de un poblado celta. Con la gran suerte de que nuestra llegada ha coincidido con el inicio de una visita guiada incluida en el precio de la entrada al monte (1€/persona, el mejor aprovechado del viaje). El guía nos ha contado estupendamente cómo se organizaban los castros, sus calles, sus edificaciones en torno a patios empedrados, sus costumbres (hasta donde se conocen), y lo que era un campo de ruinas formadas por círculos de piedras se ha convertido en agrupaciones familiares con sus viviendas, sus cuadras, sus graneros. Alucinantes cómo una explicación de 30 minutos ha cambiado nuestra forma de leer el yacimiento.

El castro, con una de las casas patios.
El link a la foto esférica.

Hemos subido a la ermita de Santa Tecla, del siglo XII. El recibimiento ha sido desconcertante: megafonía con la banda sonora de "Titanic", tanto en los alrededores como en en interior de la nave. Yo he querido encenderle una vela a Leonardo DiCaprio pero Adri me ha dicho que no funcionaba así...

Al llegar al museo ¡otra visita guiada! del mismo señor tan didáctico. Nos ha estado contando que es allí donde se guardan piezas que dan fe del comercio del Miño que dio prosperidad a la zona: en el castro se calcula que vivían entre 3.000 y 5.000 personas, una barbaridad para la época (100 a.C. - 100 d.C.). La excavación lleva parada varios años y sólo se ha descubierto el 10% del poblado porque había que rescatar a Caja Madrid y no se puede tener todo.

Quedan un montón de cosas por descubrir, como por ejemplo los ritos funerarios: le he preguntado y me ha contado que en esta zona de la península no se había encontrado ni cementerio ni restos en ningún castro. Que probablemente serían ritos muy destructivos que no hayan dejado huella, como tirar a los muertos al mar.
La visita se alargaba a la ermita y el Vía Crucis, con mención especial a los pescadores portugueses y sus símbolos de identificación. Una cosa muy curiosa: el heredero familiar era el hijo menor, no el mayor como estamos acostumbrados.

En la ermita, la señora que la cuida nos ha estado contando la historia de Santa Tecla. Me resulta fascinante cómo se cuenta la mitología católica como si fueran hechos históricos comprobados. El contraste con la explicación del arqueólogo era brutal: mientras él hablaba en hipótesis dando por cierto hechos muy concretos (la evidencia nos dice que tenían el fuego en el centro del hogar pero se sabe de algunos que los tenían pegados a la pared) ella hablaba con convicción absoluta (vivió 90 años, sobrevivió a cuatro martirios). Esta sensación se acrecienta cuando te das cuenta de que hablan de la misma época histórica (la sra Tecla nació en el año 30). Un dislate absoluto de ciencia vs mitos.

Luego, paseíto por el vía Crucis explicándonos las fiestas locales y su decadencia a lo largo de los años (de 3 días de procesión y ayuno a una tarde), y ya para el coche: queríamos ir a Tuy y ya eran más de las 19.

Al final, no hemos visto Tuy. La razón: el puente internacional que une España con Portugal y que no puede molar más. Es mixto carretero y ferroviario: la calzada en el tablero y la vía sobre una estructura metálica, una cercha con forma de paralepípedo que vuela sobre la calzada. La impresión era que íbamos en una caja de reja metálica. Un puente del siglo XIX que le da mil vueltas a cualquiera de Calatrava.



Hemos hecho 200 fotos en el lado portugués, ya que se podía acceder a la vía. Un cartel nos avisaba para que estuviéramos atentos por si oíamos venir al tren (y esa era toda la seguridad que había). Pero no ha habido suerte y eso que Adri ha estado mirando la web esa de dónde están todos los trenes de España.

Si hay una vía, hay una foto.

Se nos ha hecho un poco tarde y queríamos pasar a comprar algo de cenar, que estamos un poco hartos de restaurantes. Así que al Lidl de Vigo a improvisar una cena en la terraza del hotel, con vistas al mar. Ha incluido pan, queso, nachos, salsas y ensaladilla rusa. Ah, y una botella de albariño que hemos enfriado en el lavabo del hotel a base de hielo y agua. Doy fe de que está fresquito.



Y ya a dormir, que mañana madrugamos de nuevo para ir a las Cíes. Veremos qué tiempo hace, que vuelven a dar lluvia...


  • Hemos comido: Casa Chupa Ovos, 20€/p.
  • Hemos cenado: En el hotel, cosas de Lidl.