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27 enero, 2010

España y su falta de política territorial (coherente)

Asisto con estupor estos últimos días a algo fascinante: la "subasta" de un cementerio nuclear entre diferentes municipios españoles. Los alcaldes salen orgullosos en la foto proclamando su candidatura a acoger en su término municipal la instalación nuclear, como Gallardón en pos de las Olimpiadas.

Y aquí tengo que hacer una aclaración: he sido incapaz de leer nada al respecto en la web del Ministerio de Industria, así que mi opinión al respecto está basada exclusivamente en la información aparecida en la prensa. Tampoco voy a entrar en consideraciones sobre si energía nuclear sí o no. Esto va de planificación territorial, que es lo mío.

Ya desde el principio, el método elegido está viciado: los Ayuntamientos se tienen que postular para acoger el cementerio nuclear. Para infraestructuras mucho menos discutidas existen estudios. Simplemente, un estudio de localización idónea. Hablo de infraestructuras como autovías, presas, centros logísticos. Sin embargo, nadie desde el Ministerio de Industria ha dicho nada acerca de dónde estaría la ubicación ideal de este cementerio. Nunca he estudiado nada relacionado con residuos nucleares, pero se me ocurren tres razones de carácter logístico básico que habría que tener en cuenta antes de decidir una ubicación:
  • ¿Desde dónde hay que transportar los residuos? Parece lógico no alejar el cementerio del punto de generación del material.
  • ¿Qué infraestructuras existen actualmente para el traslado de dichos residuos? El interés general es construir las infraestructuras apropiadas, por lo que habría que utilizar las existentes.
  • ¿Qué medidas de protección de riesgos deben existir? Como en el caso de las infraestructuras, parece lógico que se aprovechen los medios humanos y materiales ya existentes.


Yéndonos al caso extremo, ¿y si sólo se postula el Ayuntamiento de Las Palmas Gran Canaria? Actualmente, sólo existen centrales nucleares en la Península. Parece obvio que no sería factible. Entonces, ¿por qué se asume que cualquier punto de la geografía española lo es? Basándonos sólo en el criterio de los ayuntamientos que, reconozcámoslo, no son técnicos de nada en la gran mayoría de los casos.

Como cualquier infraestructura de incidencia en todo el territorio nacional, parece razonable pensar que la ubicación de la misma tendría que partir de un estudio previo que diferenciase una serie de zonas en la península donde podría estar situado el cementerio. Y una vez señaladas las zonas, habría que preguntar a los Ayuntamientos, las Provincias y las Comunidades Autónomas. Pero es que éste es el procedimiento establecido para cualquier otra infraestructura, y aunque tiene sus ventajas y sus incovenientes, funciona razonablemente bien. ¿Por qué en este caso están intentando reinventar la rueda?

Y por otra parte, yo me pregunto por los municipios que circunvalan a Ascó, Yebra o Villar de Cañas. ¿Por qué no se presentan ellos también? El mayor riesgo de un cementerio nuclear es la posibilidad de un accidente, y, en caso de producirse, la radiación no entiende de fronteras entre términos municipales.

En fin, una muestra más del desmadre que supone la no-política territorial del Gobierno de España, basada en entidades extremadamente rígidas como las Comunidades o los Ayuntamientos, que siempre, siempre, miran en su propio interés. Y mientras, los distintos Gobiernos que hemos tenido, mirando a la luna. O eso parece.

18 junio, 2007

Mirar hacia otro lado

Esta tarde tengo cita en el Centro de Donaciones de la Cruz Roja, para realizar mi segunda donación de aféresis. Es una donación distinta, más larga en tiempo, pero mucho más útil para las transfusiones. Además, se puede hacer más frecuentemente.

El caso es que esta tarde me venía un poco mal ir, y he ido esta mañana (está al lado de mi oficina) para intentar cambiarlo a otro día. La encargada del centro de donaciones me ha dicho que si no podía quedarme en ese momento, que los lunes y los jueves son los peores días en cuanto a cantidad de sangre disponible en los bancos; esta mañana era imposible que me quedase, pero he adelantado la hora a la que voy para poder cumplir hoy con algo que ya he asumido como responsabilidad.

Cuando he llegado a la oficina, he decidido pedirles a mis compañeros que vinieran conmigo, si no a donar aféresis, que es más pesado, sí a donar sangre, que es un momento; cuál no habrá sido mi sorpresa ya que, no sólo se han negado, sino que encima se lo han tomado con una carga de frivolidad que ha llegado a enfadarme un poco.

Todo esto me ha hecho reflexionar sobre lo poco que cuestan algunas cosas realmente en comparación con el aparente esfuerzo que supone hacerlas. Realmente, donar sangre cada 3 ó 4 meses es media hora, y se presta una ayuda social muy grande. No cuesta nada: nuestro cuerpo vuelve a generar esa sangre que hemos perdido en poco tiempo, mientras que la que se ha donado, sirve para salvar alguna vida, o, al menos, para salvar un poquito de vida, que con una sola bolsa no da para mucho.

Lejos del aspecto solidario está el egoísmo puro y duro: si todos nos acostumbramos a donar sangre, el día en que la necesites realmente, los bancos estarán llenos. Sorprendentemente, estas razones tampoco llegan a la gente; asumo que están muy ligadas al mismo razonamiento de esto no me va a pasar a mí, y es más fácil mirar hacia otro lado.

Pero la realidad es que los componentes que se donan con la aféresis son muy importantes para el tratamiento, sobre todo, de pacientes con cáncer. Y el cáncer, nos guste o no, es algo así como una lotería de enfermedad: todos estamos expuestos, todos podemos sufrirla sin previo aviso.

Pero sí, sigue siendo más fácil mirar hacia otro lado, pensar que no nos va a pasar a nosotros. Lo ha sido siempre, como constata el siguiente escrito de Martin Niemöller:

Als die Nazis die Kommunisten holten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Kommunist.

Als sie die Sozialdemokraten einsperrten,
habe ich geschwiegen;
ich war ja kein Sozialdemokrat.

Als sie die Gewerkschafter holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Gewerkschafter.

Als sie die Juden holten,
habe ich nicht protestiert;
ich war ja kein Jude.

Als sie mich holten,
gab es keinen mehr, der protestieren konnte.
Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata,

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.