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03 septiembre, 2014

Camino de Santiago, días 4 y 5

Lo prometido es deuda: aquí van las crónicas de los dos últimos días.

Ayer madrugamos. Sí, amigos, fuimos capaces de levantarnos a las 6.45, aunque enseguida vino la primera decepción: en el albergue no daban desayunos, así que tuvimos que hacer de nórdicos e irnos sin desayunar. Vale que el drama lo solucionamos en 5 minutos en el bar de la otra manzana pero EH, nos subimos en las bicis con el estómago vacío.

La jornada pintaba bien: nos habíamos levantado pronto y hacía frío y niebla, la etapa era dura pero nos habíamos levantado temprano y...

[Imprecaciones suprimidas por estar aún en horario infantil]

Salimos de Sarria y el Camino, de repente, se había convertido en una romería. Vale que es lo que realmente es pero después de la tranquilidad de los días anteriores era una desagradable sorpresa. De hecho, los primeros kilómetros los pasamos entre apartar a gente y subir cuestas con la bici en la mano. Seguía haciendo fresco, así que íbamos bien.

¿Unas vías? FOTO.
Mención especial a la niebla con la que salíamos.

Ayer volvimos a ir por el camino en vez de por la carretera y mereció mucho la pena, a pesar de que es más difícil para ir en bici. Volvimos a subir, claro, hasta más de 700m para volver a bajar a 300m y volver a subir hasta los 700m porque para qué iba a utilizar Santiago sus poderes mágicos para hacer eso tan ingenieril de puente-túnel-puente-túnel...

Riachuelillo donde estuve a punto de caerme con la bici.
El Camino sigue y sigue... 
Llegamos a Portomarín con los chubasqueros puestos, porque en los sitios con pantano y  encajonados entre montañas hace un frío de aupa. Pero mientras nos tomábamos nuestro plátano con frutos secos en la plaza mayor, ¡oh, no! Salió el sol. Y con él subió la temperatura 15º. Además, Adri recibió una llamada de la doña del albergue que teníamos reservado. Pánico: ¿y si no teníamos habitación entre la marabunta? Pero no, que no sé que de overbooking, que el mismo precio habitación doble. Hombre, si nos lo pone así...

En Portomarín, escalera dejada DENTRO de la rotonda. Sube a una capilla.
Foto dedicada a mis amigos de Nación Rotonda, claro.


Hasta ese momento, se suponía que la ruta era de unos 18km a los que habría que sumar 15 del segundo tramo, pero el señor que colocó los mojones se los debió encargar a un mono borracho y la etapa se convirtió en 24 + 18. En serio, vimos dos veces el PK 100.

Esta última parte, claro, tocaba volver a subir. Pero no una subida normal, no: subir penando. El calor era insoportable. Como si estuviéramos en Córdoba pero con la humedad de Galicia. Tardamos algo así como 3 horas y media en hacer los 18km. Íbamos jugando a un-dos-tres escondite inglés, parando en la sombra, corriendo por el sol todo lo que podíamos. Y tirando de las bicis.

Al menos, había gatos.

Cuando llegamos a la cota 600 fuimos llaneando. Esto, lejos de ser una buena noticia, a mí me tenía intranquila: "nos vamos a encontrar un muro de 1km al 10%". Y la lista (yo) tenía razón. Y era de asfalto. Sin una sombra. Bastante que conseguimos que el cerebro no se nos licuase.

En el punto más alto de la ruta y a 5km del albergue, a mí se me ocurrió pinchar. Cierto es que puestos a pinchar elegí un sitio estupendo: junto a un bar. Así que descanso a la sombra, un aquarius, una cámara nueva y al albergue.

Eran ya casi las 3 y no habíamos comido, porque le habíamos encargado una barra de pan a la doña y, además, le habíamos dicho que llegábamos en una hora y media. CASI. Pero llegamos y teníamos nuestra habitación y toallas de felpa. DE FELPA. Después de varios días con la bayeta de Decathlon esa ducha fue fantástica. FELPA. En fin, podría seguir glosando las bondades de esa ducha pero igual no os resulta tan interesantes, poseedores de toallas de verdad.

Bocadillo en el merendero y ¡siesta! ¡En una habitación para nosotros solos! Ya por la tarde, a arreglar el pinchazo, para llevar la cámara reparada, por si las moscas. Y a ver la aldea. 15 casas, tirando por lo alto. Eso sí, una iglesia prerrománica muy mona y un cura que la abre porque estaba de novena de un paisano. Esta información es totalmente irrelevante frente a lo que dijo después: que la etapa de hoy ya era más suave y tenía menos cuestas. Yo decidí fiarme, por una vez, del clero con tal de dormir más tranquila.
Parroquia de Eirexe. Yo quería tocar las campanas pero Adri no me dejó.

Cena en el único restaurante del pueblo a base de carne, quesos del lugar, ensalada (¡con mauricios!) y una botella de ribeiro, por ir cambiando. Como el albergue estaba justo enfrente, era fácil hacer la croqueta.
Por la noche perdimos la crónica, como ya sabéis. Yo creo que la de ayer me había quedado más fresca :(

Etapa 4
  • Hemos comido: Un bocadillo, ya en el albergue.
  • Hemos cenado: En el único bar que hay en el pueblo, enfrente del albergue. 11,5€/p.
  • Hemos dormido: En el albergue privado de Eirexe, 10€ la noche. Nos tocó la lotería (y las toallas)

Hoy yo me he hecho una cuesta por el Camino en bici y Adri no.

Acabaría aquí la crónica, pero me parece un poco feo, aunque ha sido un momentazo, ojo. Es como marcar tu único gol en un partido que vas perdiendo por 11 ó 12 ;)

Esta mañana hemos vuelto a madrugar y a las 8 estábamos en las bicis. Había niebla cerrada pero no nos queríamos confiar: ayer amanecimos igual. Teníamos una etapa de unos 39km por delante que se han convertido en 45 porque MONO BORRACHO. En serio, del PK 73 al PK 32.5 el gps marca 45km. Y no, no va dando saltos.

La fraga. A la sombra :_____)

Primer pueblo grande, Palas de Rei. Hasta ahí el camino era bueno y, aparte de algunas cuestas, como siempre, muy agradable. Pero Palas es parada oficial y allí ha empezado, de nuevo, la marabunta de gente. El siguiente hito era Melide, famoso por su pulpo, y hasta arriba de gente. No eran ni las 11 y ya llevábamos una media bastante mejor: 23km.

Hemos sobado a todos los perros y gatos del Camino, creo.


A pesar de todas las recomendaciones no hemos parado a comer pulpo en Melide. Ya, ya sabemos, pero no queríamos que saliera el sol de nuevo y nos achicarrara por el camino. Así que parada rápida de plátano + almendras + reservar albergue + sacar pasta y a seguir.

La buena noticia es que no ha dejado de estar nublado en todo el día. Nada de sol. Galicia, al fin. Así ha pasado, que hemos llegado tranquilamente a Arzúa a eso de las 13.30 (21km más) e incluso sonreíamos. Sitio de parada oficial que hemos esquivado pero donde hemos parado a comer nuestro bocata habitual. Además, hemos comprado pasta para cenar porque hoy no es que el pueblo sea pequeño, es que el albergue está en mitad del campo, entre la N-547 y el Camino.

Nos encontramos con un atasco... de vacas.

Quedaban 5km para el albergue. Se han hecho duros porque a pesar de ir todo el rato con tendencia a bajar, lo que les gustaba a los peregrinos era bajar al valle, subir del valle, bajar al valle... Os adjunto el perfil... El último valle, siendo de los más pequeños, ha sido duro: estómago lleno y 40km en las piernas.

Pero ya estamos en el albergue. Un sitio muy nuevo y alejado del río de gente.

O eso pensábamos. Hemos preparado la pasta precocinada de la cena y nos hemos bajado al merendero del albergue, un sitio encantador pegado a la nacional. Mientras cenábamos ha empezado a llegar gente. Andaluces, concretamente: hablaban a voces y se les notaba perfectamente el acento. Han aparcado un camión con pinta de autocaravana en el jardín y han empezado a sacar cosas. Pero muchas cosas: un foco que han enganchado al lateral del vehículo, dos mesas, 12 sillas rojas de Mahou, un colchón, una bombona de butano... Y muchas, muchas maletas. Adri y yo mirábamos estupefactos, sin entender qué estaba pasando. ¿De dónde habían salido? ¿Dónde iba a dormir tanta gente? ¿Qué quedaba de nuestra tranquilidad de hacía 5 minutos?
Para responder a todas esas preguntas hemos hecho lo correcto: ir a preguntarle a la chica del albergue. Andaluces, claro. De Cádiz, concretamente. 8 de ellos, los que tienen más pinta de señoritos (pantalones estrechos, camisas arremangadas, botas por la rodillas), están haciendo el Camino de Santiago a caballo. Los otros 4 son empleados, lo que incluye un tío que duerme en una tienda (¡ese colchón!) para vigilar a unos caballos gigantes, con pinta de ser carísimos. Además, llevan dos camiones de transporte de animales (la "autocaravana" y otro de mucho mayor pesaje) y un coche de apoyo.

Misterio resuelto. Esperamos que a las 23 estén durmiendo pero no sé yo: ahí les hemos dejado hace un rato con su fuego de butano, su cena sin hacer y, eso sí, su botella de vino de jerez.

En el albergue, huyendo de la gente y apropiándonos del sofá.

Mañana llegamos a Santiago. Estamos en el PK 32.5 y, mono borracho mediante, esperamos llegar a mediodía... Nosotros habremos hecho 200km para que nos den la Compostela... A estos señoritos les basta con 100; yo espero, sinceramente, que se la den a los caballos.

* Hoy han empezado a dolernos las piernas, Diana. ¡Ay, esas escaleras!

Etapa 5
  • Hemos comido: Bocata en Arzúa, as usual.
  • Hemos cenado: Comida preparada en el albergue, no había bares.
  • Hemos dormido: Albergue Camiño das Ocas, 10€/p, habitaciones de 4 personas.