Y nos hemos ido a ver Bonn, con una previsión bastante poco halagüeña. Y así ha sido. Todo el día lloviendo, poco, pero no ha dejado. Y con un frío de tres pares... Pero bueno, nos hemos dado un paseo por Bonn, que sigue siento tan bonito como siempre. Nada que ver con Colonia, tan turística, ni con Düsseldorf, tan grande. Parece mentira que fuera la capital de Alemania durante varias décadas, la verdad.
Como el día no estaba para muchos paseos, hemos ido a ver el museo de la aritmética. Segunda vez que lo visito, segunda vez que me encanta. Cierto que aquí los dos ingenieros hemos sido incapaces de hacer funcionar algunas máquinas de cálculo de principios del siglo XX, para cosas tan básicas como hacer sumas y restas... ahí lo dejo. Pero hemos tocado todas las que estaban al uso, palanquita para acá, botón para allá.

Cuando hemos salido tocaba ir a comer... y tocaba comida dulce, que llevábamos unos días diciendo que un día teníamos que comer a base de tartas, porque a media mañana o a media tarde nunca tenemos ganas, pero tienen una pinta espectacular. Hemos buscado un sitio que nos llamara la atención y... tres trozacos de tarta para comer. Álex ha pedido un capuccino para acompañar y yo un chocolate caliente con chili (guindilla). Su puta madre, lo que picaba. He tenido que pedir un vaso de agua y cuando la chica me dice que si todo bien, le he tenido que decir que muy bien, pero que quizá un poquito fuerte. Ojo, que flotaban trozos de guindilla enteros en el chocolate.
Por la tarde habíamos decidido ir a ver el museo de la historia contemporánea alemana, o así lo ha llamado nuestro GPS... los alemanes lo llaman "Casa de la historia". Sí, no ha sido fácil de encontrar. Pero vamos, que casi no encontramos el coche: la puerta por la que habíamos salido del parking ponía un gran cartel "Kein Eingang" (no es una entrada). Lo cual es muy desconcertante, claro, pero no nos hemos atrevido a incumplir la ley, y hemos estado un rato buscando cómo entrar, hasta que hemos decidido usar la rampa de los coches.
El museo de la historia contemporánea alemana sigue igual de impresionante; empieza en 1945 y se extiende hasta nuestros días (hay una foto de Merkel, incluso). A mí la parte que más me gusta es la de la reconstrucción de Alemania tras la II Guerra Mundial, aunque tengo que decir que hoy he leído las explicaciones más tranquilamente y la creación y desarrollo de la DDR (Alemania del Este) son, como poco, capciosas. Vamos, que se nota que están escritas por quienes ganaron, que sólo les faltaba poner que los comunistas se comían a los niños.
Y ya para Koblenz. Alemania está en obras, o eso parece. Como mi móvil había muerto, no teníamos GPS, así que hemos confiado en los carteles. "Vaya, dirección Koblenz por desvío por obras". Y ahí ha empezado la ruta paisajística entre pueblos, trozos de autovía, ninguna iluminación y lluvia, lluvia todo el rato. Hemos llegado no sé cómo... bueno, sí, porque hemos cargado el móvil y algo de batería ha cogido, porque éste hotel está en un polígono de difícil acceso y ninguna iluminación.
Por cierto, que en este viaje nos hemos especializado en buscar el mejor sitio para cenar de los polígonos industriales... porque vaya racha llevamos. Hoy nos veía eligiendo entre un McDonalds, un Kentucky Fried Chicken u otro chino... cuando mágicamente he girado por una calle y ha aparecido un italiano. Vale, no ha sido magia, había un cruce y una calle, pero ningún cartel que lo anunciase. Pero hemos conseguido cenar estupendamente.
- Hemos comido en: una pastelería, en Bonn.
- Hemos cenado en: un italiano en el polígono, en Koblenz.
- Hemos dormido en: Ibis Budget Koblenz Nord, Koblenz.