Íbamos a irnos a Colonia en tren, ya que la parada estaba al lado del hotel. Pero ahí lo hicimos a la española (o madrileña, más bien): "Vaya, llueve. Pues cogemos el coche." ¿Sentido? Poco, pero ya que teníamos el coche en la puerta... y ¿dónde aparcamos? Pues también muy español: en todo el centro. De hecho, tan céntrico que estaba, literalmente, debajo de la plaza de la catedral.
"Pues ya que estamos, entramos a la Catedral". Sigue igual de absolutamente impresionante. De verdad, es un monumento que hay que ver, y es exactamente lo mismo que piensan a diario varias decenas de personas. Yo creía que siendo octubre iba a haber menos gente, pero no contaba con el contrapunto al turista japonés: las visitas de colegios e institutos. Así que, una vez más, la catedral de Colonia parecía una verbena. Igual de bonita y de ruidosa que siempre, qué se le va a hacer. Y a subir a la torre de la catedral: 533 escalones, unos 100m, dicen los carteles. Pues nada, para arriba, acompañados de varios colegios. Y para abajo, por la misma escalera estrecha. Es algo que deberían mejorar.
Cuando salimos de la catedral seguía lloviendo. Y llovió toda la mañana. Llegó un momento en que ni mi solución de inmigrante rumana ni el cortaviento de Álex funcionaba, así que optamos por ir a tomar un café (estábamos helados, ha llegado una ola de frío a Alemania y las máximas no suben de 10grados), y analizar la situación. Vamos, que tampoco tenía mucho análisis, pero algo había que hacer: llueve y estamos en Colonia. Ajá. Pues nada, un par de paraguas y a patearnos la ciudad.
Tuvimos suerte. Compramos los paraguas y dejó de llover. Luego volvió, pero ya había algún claro. Y dejó de llover después de comer (Un sopa con pelota y Bratwurst mit Kartoffelnsalat, que ya tocaba). Y nos pateamos Colonia, pero bien: la Altstadt, el puente del ferrocarril, la Neuemarktplatz... después de las 3 horas vespertinas andando, ya estábamos un poco reventados. Nos volvimos a meter en la Catedral, por si había algo más de tranquilidad, pero no lo conseguimos: estaba ensayando el coro. Nos quedamos un rato escuchándoles, y decidimos movernos ya hacía Bonn.
Y aquí estamos. En un Holiday Inn en un parque empresarial (es que no hay putas), donde yo llegué anoche absolutamente helada. Vamos, que cenamos en un chino debajo del hotel y yo me subí inmediatamente a darme una ducha caliente y a acostarme. Además, no hay internet en la habitación, así que tampoco podía enviar la crónica.
Álex acaba de salir de la ducha y nos vamos a desayunar. Y a mandar esto. Y a ver Bonn. Esta noche, por cierto, dormiremos en Koblenz.
- Hemos comido en: alemán interesante, cuyo nombre no recuerdo, Köln.
- Hemos cenado en: Golden City Restaurant, Troisdorf.
- Hemos dormido en: Holiday Inn, Troisdorf.