[email enviado originalmente el día 18 de mayo, desde España]
Buenos días desde España,
ayer fui incapaz de escribir nada. Pensaba hacerlo en el avión (Airbus A319), pero el que nos asignó Iberia para un viaje de 5,5 horas era de coña. Íbamos como piojos en costura, yo apenas me podía mover y no soy especialmente grande. De hecho, llegó un momento en el que me agobié de la aglomeración de gente -iba lleno-, el calor, la humedad y la falta de espacio vital. ¿No hay ninguna ley o reglamento que regule los m3 mínimos por pasajero que debe haber en un avión, especialmente para vuelos medios o largos? Que si ponía el ordenador sobre la bandeja, ya no podía escribir, tenía el teclado en el estómago. En fin, worst flight ever.
Otra mala noticia: me dejé el Reader en Israel :( Me di cuenta ayer por la mañana, cuando bajé a desayunar mi Shashuka, y al ir a echar mano al bolso, no estaba. Drama total para mí. Intenté convencerme de que estaría en la habitación, pero sabía que no, que me lo había dejado en el coche de nuestro guía, al que no veíamos ya ayer. Y, efectivamente, allí estaba. Mientras yo se lo estaba contando a mi jefe, nos llamó él para decirnos que "había encontrado un aparato electrónico desconocido en su coche". Resumiendo: que me lo mandan a España, que ayer estaba a 200km al norte de Tel Aviv y no podía acercarse. Eso sí, para qué usar una empresa de mensajería si lo puede mandar con un piloto de El Al amigo suyo. Así que vendrá cuando venga, pero perfectamente custodiado por tíos armados hasta los dientes. Me consuela no tener más que ci-fi dentro y no algún libro pro-palestino o, simplemente, de izquierdas, que todavía me puedo meter en un lío.
Por otro lado, el día de ayer fue largo, muuuuuy largo. Desde el check out más bizarro que he tenido jamás ("lo siento, la empresa sólo ha pagado la primera noche y no tenemos ninguna garantía de que vaya a pagar lo demás, así que se lo cobramos en su tarjeta de crédito") hasta el mierdavuelo. El check out, por cierto, se solucionó con un telefonazo a uno de los socios, que estaba en una reunión en el hotel, y que bajó y soltó una parrafada en hebreo. Aunque mirando la web del banco, todavía tengo el cargo en la tarjeta de crédito de la fianza provisional esa que te pasan el primer día (2.000 NIS, algo más de 400€). En fin, veremos si no termino teniendo algún lío.
Mañana de reuniones, comida tempranera (a las 12.30 hora israelí, una menos en España) y al aeropuerto, que había que estar 3 horas antes por los controles de seguridad. Ah, se me olvidaba: en modalidad entrar-al-centro-comercial-en-coche, el tío de la puerta (que también hay uno, claro), te hace abrir el maletero para echar un ojo. Eso sí, en un grave fallo de seguridad por parte de la paranoia colectiva, no te miran el bolso. Así que la opción está clara: entrar en coche, con la pistola en el bolso. Es lo que tienen las mamonadas, que de tan poco sólidas hacen aguas por alguna parte.
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Mi pasaporte, con su código de barras y su asterisco. |
De todos modos, lo mejor de ayer fue el paso por el aeropuerto y su momento bragas. Una hora completa para pasar los controles de seguridad, y eso que mi jefe me comentó que ayer no había apenas colas. Fue algo tan absolutamente intrusivo que llegó a ser un poco nauseabundo. Lo primero, revisión de pasaportes por una ¿soldado? israelí que, toda seria, nos hizo preguntas del tipo "¿qué relación hay entre ustedes?", "¿por qué te llamas así?", "¿cómo se llama tu padre?" o "¿de dónde proviene tu apellido?", además de las clásicas "¿por qué has venido a Israel?" o "¿dónde te has alojado?". Además, no se conforman con una respuesta simple... vuelven a preguntar lo mismo, de distintos modos, para ver si te pones nervioso. Y cuando parece que la tipa se queda tranquila, código de barras al pasaporte y a la maleta. El de mi pasaporte tenía un asterisco, así que estoy esperando que venga el Mossad a buscarme a casa. De nuevo, mi jefe me dijo que ayer no fue demasiado violento, que otras veces es mucho peor.
En el siguiente paso, la maleta que iba a facturar la hacen pasar por el mega-aparato de rayos X. De hecho, la de mi jefe no debieron verla bien y le hicieron que la pasara dos veces. Y, como resultado del escaneo, la orden directa: "a inspección de maletas". En el rato que estuve allí, como el 90% de las maletas fue a inspección visual. Mostradores con ¿soldados? israelíes te pedían que abrieras la maleta y, cargados con guantes y un instrumento que yo he denominado "palo del espíritu" en honor a Torrance, se ponen a inspeccionar la maleta. Y aquí viene el "momento bragas". Lo primero que hacen es sacar todos los aparatos eléctricos que lleves, incluidos los cables. Y cuando sacan la plancha del pelo, se han enganchado unas bragas -limpias- que salen volando y aterrizan en mitad del aeropuerto. La chica puso cara de póker, deben de haber visto de todo, y yo me limité a recoger mis bragas y a seguir respondiendo preguntas del tipo: "¿alguien además que usted ha tocado su maleta?" o "¿la ha perdido de vista en algún momento?". Cuando la chica ya había sacado todo lo electrónico, entra en juego el palo del espíritu. Una especie de mango de color azul con una balletita como de limpiar las gafas en un extremo, con la que frotan concienzudamente la maleta por dentro, por fuera, los bolsillos, entre la ropa... de vez en cuando, la chica se iba con su palo del espíritu y ponía la balletita contra un cilindro plateado. Al principio, yo pensaba que era para cargarlo; luego mis años de ver CSI entraron en juego y me di cuenta de que era algún tipo de análisis de restos de explosivos, drogas o quién sabe qué. Cuando la chica se relajó ya al ver que no era una terrorista en potencia, sacó a relucir su vena simpática y me hizo la primera pregunta casi-nada intrusiva del día: "¿de dónde eres?", "de España", "¿eres cristiana?". Y ahora qué le digo yo a ésta, joder. Opté por el camino fácil: mentir. Así que le dije que sí, que era mucho más fácil que explicarle a una judía que no creo ni en su dios ni en ningún otro. También le expliqué que España era tradicionalmente cristiana, no se fuera a ofender, pero que yo no era practicante. Y ya empezó la conversación acerca de Israel, sus lugares religiosos y su importancia. Cuando le aclaré que no había hecho nada de turismo, sólo negocios, me miró con cara de pena y empezó a preguntarme por España, por Madrid, por la vida en Madrid, etc. Ya era una conversación... iba a decir normal, pero claro, todo esto pasaba mientras yo cerraba mi maleta ("sorry for the mess" me dice la tipa) y ella me acompañaba, sin perder de vista la maleta hasta el mostrador de facturación de iberia, no fuera a sacar los explosivos en ese interludio y los fuera a meter en la maleta. Era maja, aunque me dejó muy descolocada cuando afirmó conocer palabras en castellano "de ver telenovelas".
En fin, primer control pasado. Vamos al segundo, el del equipaje de mano. Más ¿soldados? armados con el palo del espíritu que me hacen pasar por un detector de metales (que no detectó los imperdibles que llevaba en el pantalón, chúpate esa, Israel), antes de pasarme el dichoso palo por los zapatos y de hacer que abriera el bolso y la bolsa del portátil, lo sacara todo, le pasaran el palo del espíritu a todo con detenimiento... y todo esto con una chica bastante sosa que, además, me había retenido el pasaporte y la tarjeta de embarque. Cuando me dieron el visto bueno con un nuevo "sorry for the mess", que ya estaba empezando a pensar yo que se lo podían meter por donde les cupiera, a volver a armar el equipaje de mano y al siguiente nivel de seguridad, que yo pensaba que iba a ser el más heavy. Pero no, una chica en una garita me miró el pasaporte, la tarjeta de embarque, me puso un sello y "have a nice flight".
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Cremas del Mar Muerto, ya colocadas en mi baño |
Y dos horas por delante para el duty free del aeropuerto. Se deben poner las botas. Con la tontería de que no te dejan pasar casi nada en el control ("¿ha comprado algo en Israel?", "¿le han regalado algo?") y con la cantidad de tiempo con el que tienes que llegar, todo el mundo a comprar. Una cosa muy desconcertante: no me aceptaron euros, a pesar de que las máquinas están preparadas para ello. Cuando estaba pagando, una parte en los sheckalim que me quedaban, la otra con tarjeta, me pregunta la chica que en qué moneda quiero que me haga el cobro. Yo, que estaba viendo su monitor, con muchas cosas en hebreo pero tres palabras claramente reconocibles ("Euro", "US dollar", "NIS"), le digo que en euros, claro. "No aceptamos euros", me responde. Y ahí fue cuando me di cuenta de que si un judío no te acepta tu moneda, es que estás jodido del todo. Bye, bye euro. Por cierto, que aparte de decirme que no aceptaban euros, la chica de la caja me dijo que entendía algo de español "de ver telenovelas". Descolocada es poco.
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Dulce israelí (ejem) que le traje a yami |
Con estas, a embarcar, en un avión terrible para tantas horas, lleno de gente (la mayor parte de ellos de la Asociación Israelí de Uruguay, sección Discapacitados), donde apenas podía moverme en el asiento, y llegar a Barajas, a las 21.30 de la noche, habiendo cenado a las 19.00, hora israelí.
Lo peor fue llegar a casa, y encontrarme con la invasión de hormigas en el baño. Que ya me había avisado yami, pero claro, ahí estaba la marabunta. Al menos, están por la zona de la ducha, así que, ea, a echar agua, lejía y todo lo que tuviera. Terminé de limpiar ya tarde, casi a las 12. Y hoy tengo que ir a currar, por que hay funcionarios que no tienen conocimiento de la decencia, y me piden ahora, urgentemente, que les corrija unos planos que les envié hace dos meses. Welcome to Spain. Eso sí, estoy esperando a que abran la droguería para ir a comprar un hormiguicida, el más potente que haya ¬¬!