26 agosto, 2012

Portugal, día 8 (y final)

Ayer se nos complicó la tarde... digamos que llegamos a Mérida, donde había cañas y amigos tomándolas y la cosa se lió y... bueno, que ya no eran horas de escribir nada. Pero no me gustaría dejar sin terminar estas pequeñas crónicas del viaje a Portugal que hemos hecho yami y yo esta semana.

Ayer salimos temprano de Lisboa. "Temprano" para estar de vacaciones, como a las 9 y media de la mañana. La idea estaba clara: salir de Lisboa sin comernos ningún atasco, que íbamos camino al sur y, por tanto, por las mismas carreteras que a las playas, y parar en algún súper para traernos vinho verde (of course!), quesos y dulces. 

La verdad es que el GPS debe estar configurado por defecto en "itinerario paisajístico" (¿Pablo? ¿Angela?), porque durante todo el viaje nos ha llevado por el camino difícil a la par que chulo. Ayer no iba a ser menos: nos llevó directas al puente 25 de abril, del que ya nos habíamos despedido a lo lejos el día que fuimos a Belem. Y es un puente realmente impresionante. Hay mil fotos en google, pero yami hizo un vídeo de nuestro paso por allí, que siempre mola más. Ya lo subirmos a youtube. 

Y después, a buscar un súper. Esto, que en España es fácil porque sabes dónde están, no lo es tanto en Lisboa. Menos aún con un GPS que intenta llevarte, sí o sí, por el camino correcto. Pero al final llegamos a un Continente, y nos dejamos unos pocos euros, entre otras cosas, en lo que nos recomendó una de las dependientas de pastelería que muy solícita, salió del mostrador, para irnos diciendo "mejor esto, mejor esto, esto no que no aguanta, esto no es muy típico", etc. Todo en un portugués que yami y yo entendimos perfectamente. Estamos por ponerlo en el CV, "nivel medio", como el general de inglés en España :P

La última parada portuguesa la hicimos en Évora. Es una ciudad medieval muy chula, con un centro histórico totalmente amurallado, y calles que ya subían y bajaban menos, flanqueadas por casitas blancas. La verdad es que fue un paseo bonito, a ver el acueducto (no tan chulo como el de Segovia, of course), y terminando en la "Capilla de los Huesos" por recomendación de Enrique, una de esas cosas que les da por hacer a los curas: "que no tenemos ladrillos, pues usamos calaveras. Total, nadie se va a dar cuenta". Y no, sí que te das cuenta. Además, todo adornado con una preciosa inscripción a la entrada: "Nós ossos que aqui estamos pelos vossos esperamos." Os lo dejo en portugués para que practiquéis. 

Aprovechamos para comer cosas del Alentejo, siguiendo con la cena del viernes noche, pero mejor. También es verdad que no pedimos gazpacho (no pidáis gazpacho en Portugal, es una cosa terrible), sino almejas a la alentejana y cordero asado. Y todo riquísimo. Tanto yami y yo nos hemos venido con ideas culinarias para aplicar a algún plato :)

Y a España, a Mérida, a pasar la noche del sábado con los amigos. La verdad es que reencontrarse con Paco después de ¡¡12 años!! fue toda una alegría. Nos reímos como siempre, aunque ni Enrique ni él quisieron ir al chino mítico de la primera vez ("ya no le damos a eso"), pero echamos muchas cañas, nos dimos paseítos por Mérida con Enrique como guía y algunos se hincharon a gintonics hasta el amanecer. Yo, para que luego me digáis, me fui a casa temprano, que hoy había que conducirse 500 km para ir a comer con mi familia y a recoger a los felinillos a Ciudad Real, y volverse a Madrid, que mañana es la vuelta al cole. 

Ya en Madrid, creo que puedo sacar algunas conclusiones del viaje a Portugal:
  • Ha sido una experiencia muy buena viajar yami y yo solas en un road trip de 2.300km en 9 días. 
  • A pesar de lo que opinen nuestros distintos caseros, no, no somos pareja.
  • Portugal es un país que se disfruta mucho en las ciudades pequeñas, que es acogedor con el visitante (todo el mundo nos ha tratado genial) y donde se come y se bebe estupendamente (excepto mojitos).
  • Los portugueses son feos y punto. 
Ea, detalles y cotilleos varios, ya en persona con la sana costumbre de las cañas españolas, o a la hora del desayuno.

25 agosto, 2012

Portugal, día 7

La verdad, no se puede decir que madruguemos. Nuestras caseras estaban muy preocupadas por la hora del desayuno y nos preguntaban que a qué hora lo queríamos. Y claro, nosotras desconcertadas, en plan "pero os lo tenemos que decir ahora?". Luego ya nos explicaron que ellas no se levantan hasta las 8 o las 8 y media... creo que se quedaron aliviadas al saber que nosotras antes de las 9 no solemos amanecer ;) Eso sí, nos preparan unos desayunos estupendos, aunque aquí no tengan leche que pueda tomar, ains.

Hoy nos hemos ido a Sintra. Está como a 30km de Lisboa y hemos decidido ir en coche para ir luego a la playa. La verdad es que el viaje ha sido bastante bueno, si no fuera porque nos estábamos quedando sin gasolina y la gasolinera más cercana siempre estaba después de nuestra salida de la autovía. Así que hemos dado un par de vueltas y al final el gps nos ha llevado a una. Evidentemente, con el depósito a medias ya (no lo llenaremos hasta llegar a España), nos hemos cruzado con 4 ó 5. Hi, Murphy! 

Sintra es un pueblín pequeño pero con mucho encanto. Está así como subido a una ladera, y es como Benidorm pero en muy bonito. A mí me recuerda un poco a Monschau, en Alemania. Había básicamente restaurantes y tiendas de souvenirs, pero si conseguías abstraerte, pues ni tan mal. Queríamos haber pasado al Palacio Real, pero eran, de nuevo, 7 euracos, y claro... nos hemos conformado con darnos un paseo por los alrededores. Tocaba subir al Castelo dos Mouros, las ruinas de una fortaleza árabe del siglo XI (siglo arriba, siglo abajo), y al Palacio da Pena, mucho más reciente. Y como parece ser que yami no había subido suficientes cuestas, ha propuesto que llegásemos andando... si total, sólo había un desnivel de unos pocos cientos de metros. Así que venga para arriba, por mitad del Parque Natural y bastante mal preparadas... si hoy no nos hemos roto un tobillo, ya creo que nos salvamos. 

Pero el paseo ha merecido la pena y no era tan duro como se esperaba (aunque a priori no lo sabíamos, para qué van a dar la información >_<). Y hemos llegado y nos hemos dado la vuelta, que entrar a cada uno de los sitios costaba 7 y 12 € respectivamente. Y yo pago 12€ por entrar a la Alhambra, pero a un palacio del XIX... no lo tengo nada claro. 

Vuelta a bajar, y al coche, que nos íbamos un rato a la playa. Había que hacer "check" en el Atlántico, aunque yo no las tenía todas conmigo, que ese agua está muy fría. Nos hemos ido de Sintra por huir del rollo turístico y por poco comemos, joer. Que a las 3 cierran los bares, así sin más. En Portugal. Con un sol de justicia. ¿Qué les pasa a estos portugueses? Al final, una amable señora de la limpieza de un bar al que nos hemos acercado -y que estaba ya cerrado- nos ha llevado a una cafetería donde nos hemos puesto hasta arriba de pescado y verduras, por 20€... 

Sobre el plano habíamos elegido una playa, la de Magoito, que nos parecía que estaba un poco más alejada y que podría estar bien... y vaya si lo estaba, una playa gigante, con no mucha gente, en la que hemos aparcado en la puerta, como quien dice, y donde se estaba muy bien. Y al final me he bañado, aunque el agua estaba helada. yamila se lo ha pasado muy bien viéndome dar grititos de "está helada", aunque en cierto momento ella ha soltado un "joder, está fría hasta para mí", que le ha salido del alma.Al final, yo he metido hasta la cabeza y he aguantado un rato jugando contra las olas. 

Pero vamos, que nos hemos tonificado en el Atlántico, hemos hecho check, y yo he aguantado un total de 1 hora y 15 minutos en la playa. Todo un record para mi talasofobia. Pero, en serio, estaba llena de sal. Y de arena. Eso no era cómodo. A mí dadme una piscina en un ático de Madrid desde donde se divise toda la ciudad y me haréis muy feliz :P

Ya de nuevo en Lisboa, hemos ido a cenar siguiendo una recomendación de última hora de mi padre: la casa do Alentejo. Tenía como punto muy a su favor que está al lado de "nuestra casa", y como mañana queremos salir temprano, no nos interesaba demasiado perdernos por el Barrio Alto. La verdad es que el restaurante ha sido toda una sorpresa: por una puerta minúscula, se accedía a una casa antigua acondicionada de restaurante, un poco como el bar de Coimbra, pero mucho más señorial. Muy buen sitio, y muy buena comida, a un precio muy razonable. Como bonus, hemos probado vinos y quesos del centro-sur, y también nos han gustado. 

Ahora me quedo con ganas de visitar el Alentejo y el Algarve portugués... pero tendrá que ser para otra visita. Mañana iremos a Évora, que sí que está en el Alentejo, y de allí a Mérida, donde espero (espero, ESPERO) que Enrique nos saque de cañas (¡cañas!) y nos lleve de visita nocturna por su ciudad, además de alojarnos ;))

La próxima crónica, mal que bien, ya desde España.

24 agosto, 2012

Portugal, día 6

Hoy ha tocado Lisboa. La verdad es que ha sido un día bastante estándar de turisteo por la ciudad. Por la mañana a Belem, a ver la torre y el Monasterio (al que no hemos pasado, que era muy caro) y por la tarde a la Alfama y al Castillo de San Jorge. Yami y yo íbamos con la firme convicción de que nos encontraríamos un dragón (muerto), pero nada, no ha habido manera. Estos portugueses no tienen ni idea.

Eso sí, hemos descubierto que el transporte público en Lisboa es un poco random. O, al menos, los tranvías. Hay uno, el 28, que se supone que es circular y va por las zonas más turísticas de la ciudad: el barrio alto y la alfama. Como nos hemos comprado un bono de 24 horas, esta noche nos hemos ido a dar el paseo, antes de cenar. Para empezar, los tranvías viejos son como una montaña rusa. Van por calles muy empinadas y sólo suben y bajan y paran donde creen conveniente dando bandazos. Pero no contentos con eso, en cierto momento se ha parado y nos han dicho: "final del trayecto", y a bajarse. Nosotras hemos pensado que habría que volver a picar, y lo hemos hecho donde nos ha dicho la conductora... pero cuál no habrá sido nuestra sorpresa que lejos de seguir la ruta teórica, nos ha vuelto a bajar por el mismo sitio. Mucho SAE y mucha historia, pero tienen un plano que no entiende nadie, y unos conductores bastante inútiles... Ha sido un circular muy WTF.

Al menos, nos ha dejado en la Alfama, que era donde pensábamos cenar. Por recomendación de Clara, nos hemos ido al Circo Chapito, pero tras conseguir llegar sin que la conductora nos tirase del tranvía y/o nos atropellase después, el sitio estaba cerrado... así que a callejear por una Alfama muy vacía, hasta que hemos cenado en un sitio que estaba bastante bien. 

yami ha probado esta mañana los famosos pasteles de Belem, sin hacer mucha cola. Yo también, una pizca, pero llevan leche >_< Estaba rico, pero tampoco espectacular, todo hay que decirlo. Donde se ponga una buena torrija...

Eso sí, esta mañana nuestras caseras nos habían preparado un desayuno gourmet a base de pan, fruta, zumo, mermeladas... todo muy chic, que para eso son artistas (sic.). 

Mañana, último día en Portugal... aprovecharemos para ir a la playa a descansar un poco, que se va notando el tute de una semana sin parar. Esperemos que el coche esté donde lo dejamos y no tengamos que llamar a la policía portuguesa. YO, como siempre, confiaré en el portuñol de yami y en su pasado navarro. 

23 agosto, 2012

Portugal, día 5

Anoche tocó salir en Coimbra. Como las indicaciones para ir a escuchar fados que nos había dado Pablo no eran demasiado precisas, decidimos preguntar en la recepción del albergue. Y nos recomendaron muchos sitios. Primero, para cenar, una taberna típica muy barata donde nos pusimos hasta arriba de bacalao y de secreto de cerdo, acompañado de una botella de vinho verde Casal García. Estaba todo muy rico. La taberna: Adega Paço do Conde, en la rua Paço do Conde, por si alguna vez os pasáis por Coimbra. 

Y luego a oír fados. De las dos opciones que teníamos, llegamos a un sitio llamado "Diligenças"... y digo llegamos porque pensábamos que estaba más lejos, pero las distancias en Coimbra son extremadamente cortas y debe ser que yami y yo todavía tenemos la mentalidad de Madrid. Y nos pasamos de largo en lo que nosotras considerábamos un paseíto. Pero mereció la pena; cantaba una fadista la mar de mona, con mucho dolor de todo. Y yo ya ando con una pregunta, ¿para que un fado sea un fado debe decirse la palabra fado? ¿Si no, no computa? No es nada sencillo, eh? 

Y entre fado y fado cayó otra botella de vinho verde, de la misma marca, para no mezclar, que somos chicas sanas. Nosotras no tuvimos la culpa, claro, es que no la ponían por copas, ni por botellas de medio, así que... y era todo tan triste... y luego el dueño / camarero se puso a cantar fados. Y yami descubrió que el WC tenía un plástico que daba vueltas. Y era todo muy triste y muy sentido y muy portugués. Y, sí, todo era muy bonito hasta que salimos y yami propuso ir a la zona de "botellón" (o eso le había entendido ella al del albergue). Y ¿dónde estaba la zona de botellón? En todo lo alto de Coimbra. Yo que por la mañana me había despedido de la Universidad... pues no, a subir cuestas otra vez, hasta llegar a todo lo alto, descubrir que había dos bares y gente en la calle y que yami dijera: pues me han recomendado otro bar. ¿Y dónde estaba el otro bar? Abajo del todo de Coimbra. Eso sí, aprovechamos para ver las Escadas Monumentais, que ya os podéis imaginar que con ese nombre no tienen una docena de escalones.

Llegamos al bar más raro que he visto yo en todo Portugal y probablemente en toda Europa. Está en una casa antigua de Coimbra, y ocupa las tres plantas. Y las mesas y las sillas distribuidas por las habitaciones. Y un camarero súper gay, que no quiso echarse una foto con nosotras. Eso sí, el bar muy curioso, pero el peor mojito que he probado en mi vida. Creo que no lo agitaron, pero lo habían hecho con aguarrás. Así que fadeando en nuestro interior la pena del mojito (que no nos bebimos), nos fuimos a subir la cuesta que llevaba hasta el albergue. Os diría el nombre del bar, pero ni yo me acuerdo, ni estaba puesto en la puerta, así que iba a servir de poco. 

Y esta mañana desayuno comunal. La verdad es que el albergue estaba muy bien organizado y nos hemos sentido muy bien tratadas. Hemos desayunado con gente de diversas nacionalidades, cada uno hablando en su idioma, pero todo como de muy buen rollo. Y nos hemos despedido del recepcionista salido de un anuncio de los años 70 que había en el hostel, camino de Lisboa.

En el camino hemos parado a ver las ruinas romanas de Conímbriga, pero no hemos entrado, que era muy caro. Eso sí, nos hemos comido todos los desvíos de obras del mundo y al final Marta, la titi del GPS, se ha cabreado con yamila. Que conste que yo me he pasado la mayor parte de los 200km durmiendo y no he tenido nada que ver.

Y ya estamos en Lisboa. En una casa en el centro, en la Praça da Figueira, con unas caseras la mar de majas. Vamos, que hemos llegado a las 2, y nos han invitado a comer. Una es italiana y la otra argentina, así que se ha hablado poco portugués y mucho menos inglés. Pero muy majas. Eso sí, deben estar forradas, el piso que tienen en el centro de Lisboa debe costar un riñón y parte del otro. Pero la habitación está estupenda, y está todo muy limpio :)) 

La odisea ha sido aparcar el coche, claro. Que aquí también hay zona SER, pero mucho más absurda que en Madrid. Hay calles en las que se paga, calles en las que no, calles en las que es carga y descarga pero funciona hasta una hora que saben los vecinos... todo muy gonadal, y sin información a priori. Evidentemente la poca zona llana que tiene Lisboa no tiene plazas de parking... así que a aparcar a las cuestas... dejémoslo en que a. ha sido toda una experiencia, b. yami ha estado a punto de comerse el carnet de conducir de pura desesperación y c. hemos dejado el coche en un sitio donde una vecina nos ha asegurado que no se lo va a llevar la policía. El viernes os lo cuento. 

Por lo demás, a la oficina de turismo, a informarnos sobre transporte y a visitar el Barrio Alto. Hemos hecho un gran descubrimiento: Lisboa resbala. Sí, así en general. Si hoy no nos hemos partido un tobillo es porque el FSM estaba de nuestro lado por haberle honrado al mediodía. Y si subiendo es una movida, bajando ya es la risa. Nuestra filosofía ha sido: si nos rompemos un tobillo, que al menos sea patinando. 

En el barrio alto, un paseíllo, algún bar típico que nos ha recomendado una de nuestras caseras, y una iglesia quemada en el terremoto de 1755. Pero ha sido más chulo imaginar que lo he hecho yo, claro, aunque he decidido no poner el pensamiento en alto, que, visto lo visto, aquí son muy religiosos y las riot nunca se sabe dónde acaban. 

La praça do Comerço y el Tajo siguen en su sitio, y los lisboetas siguen siendo una amalgama de nacionalidades bastante original. Eso por no hablar de la cantidad de turistas que hay. Los portugueses siguen siendo igual de no-guapos que en el resto del país, por cierto. En fin, yo espero reconciliarme con Lisboa en estos días...

Mañana compraremos un abono turístico de un día para poder subirnos a los tranvías y llegar a Belem, y movernos un poco más por la zona. Ya nos han dicho que tengamos cuidado con el bolso, que los carteristas andan ocupados este verano. 


Nos levantaremos a mesa puesta, que ya nos han informado de que nos preparan el desayuno a las 8.30, así que estamos como unas reinas. Sólo nos falta alguien que nos abanique (guiño, guiño, patada, codazo).

21 agosto, 2012

Portugal, día 4

Hemos dejado esta mañana un Oporto de lo más triste: normal, tengo que decir, si no estábamos yendo nosotras. Un amanecer frío, gris, nublado... y con una humedad donde se hubiera sentido contento un salmón. Durante todo el trayecto a Coimbra, mucha niebla, de esa meona que no sabes bien cómo gestionar con los limpiaparabrisas. Pero hemos llegado estupendamente, no sin antes toparnos con la típica imbécil en una cafetería de "no, no te puedo cambiar el café por un té", ¡¡no volveremos a la estación de bp del km 80 de la AP1 portuguesa!!

En Coimbra estamos en un hostal que está muy limpito y en el que son todos muy hippies, la verdad. Salones comunes, piscinita, fruta disponible a todas horas para picar en la cocina, y unos recepcionistas muy agradables. Como no podíamos hacer check-in al llegar, hemos dejado los trastos (y aparcado el coche en una calle sin SER) y nos hemos ido a ver Coimbra. Llevábamos dos misiones, made in Pablo: ver la biblioteca de la Universidad y las ruinas romanas. Sólo hemos podido desbloquear una de las dos: el museo donde están las ruinas está parcialmente cerrado y no hemos entrado. 

Pero sí hemos visitado la universidad. Aunque nos hemos enterado de que es un poco mentira: originalmente estaba en Lisboa y unos años después se la trajeron aquí. La verdad es que la zona de la universidad es muy majestuosa, en el punto más alto de la ciudad. Y la entrada a la biblioteca / capilla / diversas salas merece la pena, aunque cueste 7 euracos. Hemos leído que los libros, todos anteriores al XVII, se conservan no sólo gracias a unos muros estupendos (2,11m), sino a que tienen allí viviendo una colonia de murciélagos que se comen a los insectos. A mí me ha dado mucho ascozo, y me he acordado de todos los que tenemos en Ciudad Real, y a los que despreciamos a diario por ser unas ratas con alas. Probablemente, Pelu sería muy feliz en esta biblioteca >_< 

También hemos estado en la cárcel. A yami casi no la dejan salir, pero como han visto que hablaba portuñol con buen acento, pues ni tan mal, le han terminado dando un salvoconducto. Dura 5 días así que más nos vale salir pronto del país.

Por lo demás, Coimbra es una ciudad bonita, pero llena de cuestas. Yo voy a hacerme emprendedora, que eso se lleva mucho, y voy a hacer una tirada  de planos de la ciudad en los que se incluyan las curvas de nivel. Me voy a forrar. En serio, aquí lo relevante no es encontrar la distancia más corta entre dos puntos, sino la que tenga menos pendiente. Es que ni google tiene disponible el mapa de relieve de este sitio. Eso sí, todo lo que no quemamos ayer en el parque natural lo hemos desgastado hoy por aquí ;)

Hemos visto un par de catedrales, también, aunque a mí no me han convencido mucho y menos después de ver la de Braga, que era muy impresionante. Y, además, aquí nos cobraban por entrar... y eso va en contra de mi religión, más cuando lo visten de "donación". 

La tarde la hemos echado en ir a ver el antiguo convento de Santa Clara, en la otra orilla del río Mondego, y en darnos un paseo por el parque fluvial que tienen. Lástima no haber llevado los bañadores a mano, con el calor que hacía, la humedad brutal y el solecito apetecía mucho darse un baño. Tendrá que ser en Lisboa.

Por cierto, para los que me preguntan por email: los portugueses son feos. En serio. No estamos detectando en ningún caso un mayor porcentaje de chicos guapos. Ni de coña. Que quizá estén todos en el Algarve y por esta zona pues no se ven tanto... no lo sé. En fin, que veníamos nosotras muy ilusionadas, pero nada de nada.

Otra cosas que me está llamando la atención es el IVA. El tipo general es altísimo, el 23%, pero lo que estamos detectando es que lo aplican con más criterio que nosotros. Por ejemplo, es el tipo que se aplica a restaurantes, que al final comer fuera es un lujo, mientras que pasar a ver la biblioteca estaba exento de pagar IVA (lo ponía en el ticket). Tengo curiosidad por saber cuál es el tipo de los libros o de los cuadernos, pero a priori parece más racional que en España. Eso sí, en la gasolina nos han dado un buen bofetón: 1,57€ el litro de diesel, y 1,77 el de gasolina O__O

Esta noche saldremos un rato por Coimbra, con el objetivo de ir a escuchar unos fados, que también nos lo ha recomendado Pablo. Quizá terminemos llorando de la pena que nos dé todo, pero será por una buena causa: después de todo, hemos vivido por encima de nuestras posibilidad, también en Portugal

20 agosto, 2012

Portugal, día 3

Hoy ha sido un día de sorpresas. La verdad es que Portugal está dando más de sí de lo que podríamos esperar, es un país bonito, aunque no nos extrañe que les hayan rescatado :P

Esta mañana el plan era irnos a visitar el Parque Nacional de Peneda Geres, en el límite con España, que era el destino número 1 en el top de recomendados por la Lonely Planet. Una rutita por monte, que nos vendría bien, y por la tarde a la playa. Llegar al parque ya ha sido un pequeño reto: carreteras de montaña de esas de subir en primera o en segunda, sin carriles definidos y con un tráfico que casi parecía la M-30. Esa tendría que haber sido la primera pista, pero no la hemos sabido ver. Llegamos a un megapantano, que hubiera sido la envidia de Franco, con su pueblo inundado y todo. Y eso era Benidorm. Y ya sabéis lo que opino yo de Benidorm. "Bueno, ésta es la parte acuática, seguro que cuando lleguemos a la zona de rutas senderistas está todo más tranquilo". Efectivamente: no. Cuando conseguimos encontrar la oficina de información, la chica nos da datos para ir a ver las cascadas... en coche. 
- Es que nosotras queríamos ir andando.
- Uf, andando, si son 6km.
- Bueno, 6km está bien.
- Pues mira, por aquí y por allí.
- Ah, pero ¿no hay senderos? ¿Es todo por carretera?
- Sí, claro, todo asfaltado.
Todo esto es un perfecto portuñol que está desarrollando yami a base de pelearse con los locales. Así que al final en coche, porque las rutas que aparecían en el plano sólo estaban nombradas, no ponía ni la longitud, ni el tiempo de recorrido, ni por dónde iba, así que no nos hemos atrevido... Y cuando hemos llegado al mirador y a la cascada... gente en bañador, con las mesas y las sillas de plástico, lo chavales corriendo y un ambiente muy de... sí, Benidorm. 

Un poco corta rollos, la verdad. Ha sido una sorpresa más bien desagradable, teníamos ganas de hacer un poco de monte, pero no ha habido manera. Vamos, que yo he propuesto llegar a Pontevedra, "si total, está a 20km y allí sí que hay parques naturales sin chiringuitos". 

Pero al final hemos cambiado el plan, y hemos vuelto a montarnos en el coche por la carretera de montaña y nos hemos ido a un pueblo del siglo XIII que habíamos descartado por falta de tiempo: Viana do Castelo. Y esta ha sido la sorpresa agradable. No sólo es un pueblo de lo más acogedor y bonito, con miles de iglesias por todas partes (qué les pasa a los portugueses con la religión, en serio, si no les ha servido para que no les rescaten). ¡Y eran las fiestas del pueblo! De hecho, era el día grande, seguramente dedicado a algún santo (yo apuesto por San João), y con todo engalanado.

En el pueblo tenía incluso un rollo similar al que se hace en España creo que en Corpus Christi (o al menos en Ciudad Real): hacer dibujos en las calles con sal o arena de colores, a modo de ofrenda. Y, además, cosa curiosa, sacan colchas y mantas por la ventanas. No se entiende, de verdad, cada una de su padre y de su madre, y no en todas las casas claro. Y lo típico de los pueblos de mar: parte de la procesión, en barcas por el puerto. Eso ya no nos hemos quedado a verlo, porque yami y yo somos un poco sociofóbicas y las aglomeraciones como que no. Y había gente. Mucha gente. Por alguna razón, estaban en funcionamiento todos los chiringuitos y todas las atracciones de la feria... y eran las 5 de la tarde. De verdad que es muy incomprensible que estén tan lejos de nuestras costumbres en cuestión de horarios: a las 7 ya estaban asando carne, que se olía por todo el pueblo. 

Nada de playa, claro. Es que yami y yo también somos un poco talasofóbicas :P


Y para Oporto de nuevo, a comerme uno de mis bombones sin lactosa y a recoger, que mañana temprano salimos hacia Coimbra, imagino que, de nuevo, sin pagar peajes. 

Portugal, día 2

Anoche tocó Oporto la nuit. En el plano que tenemos de la ciudad estaba muy claro: calles señaladas en color naranja y un cartel con la leyenda "BARES". Parecía que mejor imposible, pero no esperábamos encontrarnos con una densidad tan baja de locales. En serio, con esos criterios tanto en Madrid como en Ciudad Real hubiera sido necesario poner un gran punto naranja que cubriese bien toda la ciudad. También es verdad que el primer contacto fue descorazonador: no había ni dios. Ya no sabíamos si es que habían cenado todos (ayer vimos a gente empezando a cenar a las 17, pero confiábamos en que fueran alemanes) y se habían recogido o que la información estaba desfasada. Así que después de dar un par de vueltas, entramos en un restaurante donde había gente y donde nos encontramos con el único portugués que no habla portuñol de todo Oporto. Difícil de entendernos con él (lo del inglés tampoco era lo suyo), pero al final nos hinchamos a pescado, as usual. 

Eso sí, cuando salimos de allí, un par de horas después, aquello había cambiado radicalmente. No, no habían aparecido bares nuevos, pero había gente, así que fuimos a tomarnos un mojito a un bar que nos había llamado la atención antes. Primera cosa rara: allí está todo el mundo sentado y no baila nadie. Muy desconcertante, pero "donde fueres, haz lo que vieres". Segunda cosa rara: en Portugal se fuma en los bares. Fue un OMG bastante terrible para nosotras, que ya nos hemos olvidado del puto asco que da el humo cuando estás tomándote tranquilamente una copa. Pero en fin, nos parecía feo decírselo al portugués que teníamos al lado, así que lo dejamos estar. Tercera cosa rara: un mojito con cubitos de hielo. Y muy ácidos. 

No contentas, nos fuimos a buscar otro garito. Uno en el que sí se bailara, aunque se seguía fumando. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando vemos que el camarero agitaba con mucho brío las hojas de menta, el hielo picado, el ron y el seven up (o lo que le echasen). En serio, los mojitos no se agitan. Qué país. Al menos, la música ochentera era bailable, aunque nos sorprendieron cuando pusieron "La bamba". Y ahí estuvimos, hasta la 1 que decidimos volvernos, no fuera que más tarde tuviéramos que hacer la croqueta y nos cayéramos al Duero. A la salida, las calles estaban a reventar de gente. Punto para Portugal: beber en la calle en pleno agosto es un #win. 

Hoy nos hemos ido a ver unos pueblos del norte: Guimaraes, Braga y Vila do Conde. 

Guimaraes es una ciudad preciosa. Se supone (ejem) que es la cuna de Portugal, y lo indican muy orgullosos en un cartel gigante, pero hay pocos indicios más. Tiene un centro histórico pequeño, con placitas llenas de soportales y casas antiguas muy bien cuidadas. Hay que decir que es "Ciudad Europea de la Cultura 2012", pero nosotras no lo sabíamos hasta que no hemos llegado. Un paseo por el pueblo y al "Paço dos duques de Bragança", con la idea de dar una vuelta y seguir hasta el castillo. Pero hemos sido gratamente sorprendidas de que el palacio fuera visitable y de acceso gratuito. Y por dentro era bien chulo, con el mobiliario original montado en las distintas habitaciones y una pequeña explicación en varios idiomas (incluido el español) en cada una de ellas. Para rematar, nos hemos hecho una foto tuenti en un espejo del siglo XVII, por eso de quitarle un poco de hierro a la visita.

Y luego al castillo, que era poco más que una muralla y una torre central. Bastante bien conservado para ser del siglo X, pero yo me sigo preguntando cómo podía vivir en un espacio tan chico el primer rey oficial de Portugal, ya en el siglo XII. O estaban muy apretados o algo no cuadra, pero a saber quién ha escrito la historia... Escaleras para subir a las murallas sin una mala barandilla... asumimos que quedaba todo solucionado con el cartel de "Cuidado, peligro de caídas" que aparecía al pie de una de ellas. 

Comida muy rica en Guimaraes, a base de verde, que ya estamos un poco hartas de comer tanto, y a Braga por la tarde. 

La primera sorpresa que nos ha deparado Braga (Ciudad de la Juventud 2012), ha sido una demostración de bailes populares de la región. Hemos estado viéndolos un rato y, oye, lo mismo que ver bailar jotas en cualquier lugar de España. Además, paseando por Braga, nos encontramos con una performance cristiana en la que un tío intentaba convencer a otros de que había que suicidarse por la crisis y demás. Hasta que venía alguien que les convencía de que Jesús les amaba y que no lo hicieran. Claro que el primero había estado poco hábil: detrás suyo había una pancarta gigante con el lema: "Jesus ama-te". Yo lo veía claro, y eso que todavía no controlo el portugués.

El paseo por Braga merece mucho la pena. Es una ciudad muy tranquila, con calles peatonales y miles de iglesias y edificios bonitos. Aunque la segunda sorpresa nos la ha deparado la catedral y el espectacular vestíbulo y órgano que tenía. Sin ser un edificio demasiado grande, el órgano era monumental. Como dirían en "Airbag": eso no son formas, son alardes. 

Y a cenar a la Feria de la gastronomía de Vila do Conde, que ya va por su decimocuarta edición. Puestos con delicatesen de la zona que no hemos podido comprar, por eso de no llevar el coche apestando a queso y a chorizo el resto de viaje, y casetas para comer. También un escenario donde, de nuevo, han estado bailando jotas. Y hemos cenado. Mucho. La especialidad de uno de los chiringuitos: una "Espetada do novinho" gigante, acompañada de un par de ensaladas de pescado. Eso sí, el sitio era típico del Algarve (sur de Portugal), pero tampoco nos íbamos a poner exquisitas. Hemos hecho buenas migas con el camarero, que ha flipado un poco con nosotras y el baile de las sillas, pero es comprensible: la mayor parte de la gente es totalmente ajena al funcionamiento de la mente colmena. 

Eso sí, en la feria gastronómica he hecho un señor descubrimiento: una tienda llamada "Cooking without" - dulces sin gluten y sin lactosa <3 Así que, de postre, unos bombones de leche condensada que estaban exquisitos :D

Y ya a Oporto, después de 13 horas dando vueltas por ahí. Por cierto, que aunque casi todos los edificios de Braga y Guimaraes también parecen dados la vuelta para dejar la decoración del baño en el exterior, son ciudades mucho, mucho más cuidadas que Oporto. No sabemos cuál es el problema que lleva a Oporto a ser un desastre de ciudad, con todos los edificios medio en ruinas... 

Y nos siguen extrañando varias cosas. Que los portugueses se crean tan europeos como para cerrar los museos a las 18 y cenar a las 19. En serio, almas de cántaro, ¿es que no habéis visto la luz que hay ahí fuera? Que lo del diseño de autovías no lo tiene demasiado controlado, hay unas salidas e incorporaciones terribles. Pero que no conducen mal, como nos habían dicho. Y que ver cuadros después de conocer al Hematocrítico de Arte es... complejo. 

Pero lo que nos llama poderosamente la atención en estos dos días que llevamos aquí es cómo, viniendo yamila y yo de un país que ha obtenido un préstamo en condiciones extremadamente favorables, no tenemos a todos estos portugueses rescatados haciendo cola para pedir nuestra mano. Incomprensible. Será una pregunta a realizar en el siguiente consejo de ministros a Montoro o, en su defecto, a Soraya. Nos tiene en un sinvivir. 

PS: La frase del viaje que se va perfilando: "pero cómo no les van a haber rescatado".

18 agosto, 2012

Portugal, día 1

Ayer llegamos a Oporto. La verdad es que el viaje se nos dio mucho mejor de lo que esperábamos, y a las 20.30 (hora local, una hora más si no vivís en Canarias) estábamos llegando a la "cozy room" que habíamos alquilado en Oporto. Es mi primera experiencia alquilando con airbnb.com y está siendo muy buena. Por 40€ la noche tenemos una habitación grande para nosotras solas, compartiendo el baño con los dueños, ¡que tienen dos gatos! Matilda y Simon. Alguna foto les caerá, claro.

La dueña de la casa, Sara, es una persona de lo más agradable. Muy habladora, nos explicó dónde podíamos ir a cenar por aquí cerca y nos prestó un mapa de Oporto. Estamos a un paseíto del centro, así que estupendo. Eso sí, el sitio de la cena tenía un punto decadente importante... pero es una sensación que se respira por toda esta ciudad. La comida estaba rica, nos decidimos por pescado (yami bacalao, yo algo llamado robalinho, que hoy he descubierto que era una lubina), y fue muy barato. Con un oporto (que no nos ha gustado), una ensalada y postre, pagamos 33€ entre las dos. 

Luego, dar una vuelta por la ciudad. Muy tranqui todo, la verdad, parece un sitio agradable para vivir. Nos encontramos un par de conciertos callejeros; el primero, del grupo "The soaked lamb", con motivo del Día Internacional de la Fotografía, mezclaba ritmos de manera ciertamente desconcertante. Cuando llegamos estaba como un fado, pero luego cantaron en inglés, y hasta en castellano... "La llorona", nada menos, citando a Chavala Vargas como una de las cantantes más conocidas por haberla versionado. Luego, un grupo cubano... que cuando llegamos estaba cantándole al Che el "Hasta siempre, comandante". Entre todo este mestizaje y la cabina londinense (que podéis ver en el blog de yami ) ya casi que no sabíamos dónde estábamos :P 

Hoy nos hemos despertado con pan recién hecho para el desayuno. Yo he probado la leche de soja, que nuestra "casera" tampoco puede tomar lactosa, y bueno... no es mi bebida favorita, pero está bebible y es mejor que un té por las mañanas. Su novio, João, nos ha dado mil explicaciones de dónde ir en Oporto y qué ver en cada sitio. Muy majetes los dos, la verdad, y muy acogedores. 

Y ahí nos hemos ido, a las 10 de la mañana con el objetivo de conocer Oporto un poquito. No hacía mucho calor (aunque yami diga que sí), la máxima ha sido de 25º, pero con mucha, mucha humedad. Que es lo que peor llevo yo. A mí dadme 35º a la sombra en Ciudad Real y estoy tan pancha. Pero aquí ando todo el día pegajosa... 

Rutilla por el Oporto histórico, empezando por el Mercado do Bolhão, un sitio con pinta de muy antiguo (o de muy roto), pero muy chulo. Nos ha llamado la atención que tenían una escalera para subir y otra para bajar, no vaya a ser que el gentío se acumulase. Vueltecita por el mercado, viendo puestos, pero, sobre todo, el edificio, en dos plantas, con la superior formando una galería en torno al gran patio central. Cuando nos íbamos nos hemos encontrado con la tuna, y a yami le ha parecido fatal.

Andando a la Estaçao de San Bento. Terminal, de ferrocarril, y de principios del siglo XX. No estoy segura, pero por lo que veo en Google, es la principal estación de Oporto. Por alguna razón que no acabamos de comprender, esta ciudad está decorada a base de azulejos, y la estación no iba a ser menos. Una vestíbulo con motivos diversos, que iban desde la historia del transporte (yo no he conseguido identificarla bien) hasta escenas de guerra. Pero lo fantástico, de verdad, estaba dentro: los túneles de acceso a la estación. Recubiertos de mampostería, suponen una impresionante llegada a la estación, por debajo de una de las colinas en las que está construido Oporto. Por cierto, que el vestíbulo también aparecen los dos ríos de la zona: el Miño y el Duero. 

Y a ver la muralla y la Iglesia de Santa Clara, siguiendo la rutilla que nos marcaba la guía. La muralla está claramente reconstruida y la Iglesia ha sido, básicamente, desconcertante. Una fachada encalada, que escondía dentro una iglesia pequeñita pero llena de dorados e imágenes de santos. yami ha creído identificar a Santa Clara, pero yo no lo tengo tan seguro... es que enfrente, y con la misma categoría jerárquica, había un señor. ¿Sería el primer travelo y todo era una alegoría de la transformación? yami dice que era su hermano, pero a saber.

La verdad es que lo más agradable de Oporto es callejear. No hay mucho turista, y tiene algunos rincones muy chulos. Hemos estado un buen rato viendo el Duero desde el puente de Luis I, que es el más cercano a la Catedral. Muy desconcertante, también: el puente va por encima de las casas. Y no, con toda seguridad el puente es posterior a éstas, probablemente del siglo XIX. Un puente mixto, por cierto, pasaba el tranvía y los peatones. Un ratito de ver el Duero y las bodegas de enfrente (a las que no nos hemos acercado), así como las barcas que iban de arriba a abajo. 

Por cierto, otra de las cosas que hay en Oporto en cantidad son gatos. Por todos lados, de todos los colores, pero más pequeños que los españoles, en general. Campan a sus anchas por toda la ciudad.

En fin, a la catedral, muy sencillita. Tampoco es que yo sea muy de ver iglesias, todo sea dicho, aunque hoy hemos entrado a unas cuantas: la de las Carmelitas, la de los dos clérigos, la de San Francisco (sólo hasta la puerta, que cobraban).

La comida, un arroz con marisco sentadas a la orilla del Duero, en uno de los restaurantes que recomendaba la guía ("Mercearia") . Ha salido algo más cara, especialmente porque nos han puesto el típico entrante que no pides, y que crees que irá incluido en el precio del cubierto, pero no, nos lo han cobrado aparte. Al menos, el arroz estaba muy rico, y hemos tenido que irnos del bar haciendo la croqueta y dejándonos casi la mitad de lo que nos habían puesto.

La tarde tenía un punto fundamental: la librería Lello. Al principio no conseguíamos encontrarla, pero cuando hemos llegado... una decepción. A ver, que el sitio es precioso, pero es una librería convencional, con todo tipo de libros chorras (desde cómo entrenar a tu perro a osteopatía) y música pop que no iba nada con el ambiente. Ah, y empleados cuyo único cometido era vigilar que no robases y decir: "No pictures, no pictures!" conforme veían aparecer una cámara de fotos. Nos hemos ido de allí un poco frustradas.

En general, mi impresión de Oporto es que está muy descuidado. Hay mucho edificio antiguo muy bonito, pero abandonado. Y es una sensación que se respira mucho por la ciudad, conviven edificios muy cuidados, con otros muy estropeados, con los azulejos de la fachada prácticamente caídos. Pero es una ciudad pequeña y agradable para pasear, y merece la pena echar un día para verla.

Ahora ya nos iremos a cenar, que nos ha contado dónde está la zona de salir de Oporto, y mañana, a Guimaraes, Braga y a Vila do Conde, donde nos han dicho en turismo que hay un festival de gastronomía.

08 agosto, 2012

A modo de (pequeña) reflexión sobre la realidad actual

Desde hace tiempo tengo una permanente sensación de que “no encajo”, de que hay un desnivel entre mi manera de entender el mundo, y lo que parece ser el mundo en sí. Alguien me dijo hace poco que mi problema era que estaba “descontextualizada”, y es posible que tuviera razón. Pero ¿por qué? Nunca me he considerado una persona poco hábil socialmente, pero últimamente me siento muy alejada de la sociedad que percibo a mi alrededor. En los últimos meses he tenido varios desencuentros con gente a mi alrededor; algunos de ellos han generado acaloradas discusiones, mientras otros han sido más pasivos, y dudo incluso que las personas en cuestión sepan que han ocurrido.

Llevo mucho tiempo pensándolo, por que es una situación ciertamente desagradable que me hace más desconfiada con mi alrededor y provoca, en última instancia, que sea mucho más cínica y despegada; y es emprender un camino que no me agrada, y menos con la edad que tengo. Además, el encajar mal genera sentimientos de culpa (en la concepción más cristiana de la palabra), en la modalidad del “¿seré yo? ¿Estoy haciendo algo mal? ¿En qué me estoy equivocando?”. Y, ojo, este pensamiento es muy sano, pero llevado al extremo genera sentimientos terribles, y puede llevar a ciertos trastornos mucho más graves.

Sin querer ser más lista que nadie, y después de darle muchas vueltas a todo, he llegado a vislumbrar 7 causas de lo que puede estar pasando. Aclaro desde ya que yo me incluyo en muchas de ellas, que esto no es un aleluya acerca de lo que los demás hacen mal y yo no. Es más bien un análisis crítico de lo que me rodea y de cómo estamos llegando a esto.

  1. Infantilización.
  2. Lo están consiguiendo los medios de comunicación y los gobiernos, a base de tratarnos como a niños. El mensaje es claro, desde todos los frentes: no te preocupes, estamos aquí para corregir tus errores. Y el resultado final es la idea: "tu no eres responsable de tus errores", con una conclusión asociada: "te puedes equivocar sin consecuencia las veces que sea necesario". Es un pensamiento que creo que viene importado de EEUU, y que estamos interiorizando en Europa muy rápidamente.

    Un ejemplo, totalmente apolítico para que no parezca sesgado: hace unos meses se estrenó una película, "El árbol de la vida". La gente se salía de la sala y se quejaba y algunos cines habían decidido devolver el dinero a quienes no les gustase. ¿Devolver el dinero por una película que no les gusta? Ha sido tu elección, responsabilízate de ella. Y esto, que se encuentra en lo más básico en la sociedad, llega hasta extremos inconcebibles a priori: no hay ningún responsable de la crisis de las cajas de ahorros.

  3. Egoísmo.
  4. La sociedad se está volviendo extremadamente egoísta;  creo que antes el egoísmo era algo particular de cada uno y mucho menos extendido: la gente era generosa con sus vecinos, sus amigos, la gente de la calle. Ahora, la gente es egoísta de manera particular y la sociedad lo es de manera general. El yo es siempre más importante y está por encima del nosotros. Y el nosotros más cercano está por encima del nosotros más general, como sociedad. Y esto pasa en un mundo totalmente globalizado, donde comprar una marca de ropa en España afecta a las condiciones laborales de unos chavales en la India.

    Un ejemplo del egoísmo social es lo que ha pasado con los rescates a otros países en Europa, y aquella frase de “España no es Grecia” que era repetida como un mantra por nuestros gobernantes y sentida en lo más hondo por todos nosotros. Es posible que España no fuera Grecia, pero ¿eso les hacía más lejanos a nosotros? ¿Nuestra implicación en la resolución del problema debía ser menor?

  5. Impaciencia.
  6. Todos, todos, queremos tener las cosas ya. Yo he sido siempre muy impaciente y el mundo 2.0 me está volviendo más impaciente aún. El ejemplo más claro es Twitter: información en pequeñas cápsulas, real-time. El entretenimiento rápido es el que triunfa; de hecho, cada vez hay más concursos de preguntas / pruebas rápidas. Y se valora mucho más a quien triunfa rápido, aunque sea de manera poco ética o directamente ilegal.

    Como ejemplo particular: yo leo menos y leo menos porque me aburro; y no porque la novela en cuestión sea mala sino porque no es rápido, no tengo la información en poco tiempo, etc. Y eso lo estoy detectando en las últimas semanas no sólo en mí, también a mi alrededor.

  7. Derrotismo.
  8. Tiene mucho que ver con la infantilización, porque esto es causa y consecuencia al mismo tiempo. Es causa de la infantilización por el razonamiento de "no puedo hacer nada" y es consecuencia de muchas cosas, básicamente que "no se haga nada". El inmovilismo de la sociedad actual asusta mucho, y se trata de una espiral descendente de la que es cada vez más difícil salir.

    Los ejemplos más dramáticos los he vivido en las últimas protestas. Gente que decía que “no hacía huelga porque sólo iban unos pocos y entonces no servía para nada”.

  9. Cosificación.
  10. La vida de la gente se mide en cosas. No importa lo buena persona que seas, importa las cosas que tengas y es por lo que se te valora, en general. Es una idea muy potenciada por la televisión. Triunfa quien tiene cosas: un coche, una casa, unos pendientes de svaroski. Lo que importa de verdad son las cosas que tengas.

    Un ejemplo de esto: el otro día una persona de mi entorno, se quejaba de que una marca de alto nivel no tenía un coche suficientemente grande como para que le cupieran las tres sillitas de bebé. Y frente a la sugerencia de que quizá el monovolumen era una solución, respondió que cómo se iba a comprar un monovolumen. Da igual cómo trates a tus hijos, si ellos van a ir mejor o peor, lo importante es que un monovolumen ya no es cool.

  11. Acriticidad.
  12. La gente no es crítica con absolutamente nada. Aceptamos lo que vemos y leemos en cualquier medio de comunicación, ya sea de los oficiales (periódicos, radios, televisiones) como de los demás (medios 2.0, principalmente), sin someterlo a un proceso previo de reflexión, aunque sea mínimamente. Y nos la cuelen de cualquier manera.

    Yo, que me considero bastante más crítica que la media, caigo en algunas cosas que luego me dan mucha vergüenza. Hace nada me la colaron con el email-cadena de los “56 días de Hollande”. Era algo que quería creer y me lo creí. A pesar de que cuando lo leí había cosas que no me cuadraban... pero me lo creí, sin hacerlo pasar por el tamiz de un proceso crítico básico.

  13. Irrespetuosidad.
  14. Es el último porque de algún modo abarca todos los anteriores, pero yendo un paso más allá.

    No nos respetamos los unos a los otros en lo más básico, creemos que tenemos unos derechos adquiridos porque sí (por ser blanco, por ser hombre, por ser español, por ser ingeniero, etc.),  cuando nos falta algo básico, el respeto al otro ser humano.

    Ejemplos hay muchos, aunque últimamente el que más me llama la atención es el del tiempo. Se hace perder mucho tiempo a la gente, sin pensar en que la otra persona tiene unos sentimientos y unas inquietudes, sin pensar que el tiempo es algo finito.

20 mayo, 2012

Israel, bonus track

Poca cosa más que contar, simplemente alguna que otra foto que no pegaba en ninguno de los post anteriores:

Control en la puerta de embarque, en Barajas, antes de salir hacia Tel - Aviv 


La habitación del hotel, muy chula, pero tampoco gran cosa. Costaba 200€ la noche.

Las vistas desde mi habitación: vías y un paso a nivel


Billetes israelíes, de 100, 50 y 20 shekalim.


En el hotel, a parte de tener cava catalán, ¡tenían churros! Aunque lo que no tenían claro era la manera de comerlos...  ¿chocolate y sirope de arce?

Uno de los bunkeres de Sderot, que se había convertido en meadero público :(


Soldados everywhere!

Panel led de última generación...
...junto a anuncio de uñas, de hace años.




El zoco de la estación incluida este tipo de puestos de comida... ¡tenía muy buena pinta!


Tel Aviv, visto desde la estación de autobuses.


¿Quién será la tal Miss Kittin y por qué sólo se anuncia en la entrada al aparacamiento de autobuses, donde ya no entran los viajeros? Ah... todo lo sabemos es que ella "is back".

Israel, día 4

[email enviado originalmente el día 18 de mayo, desde España]

Buenos días desde España,

ayer fui incapaz de escribir nada. Pensaba hacerlo en el avión (Airbus A319), pero el que nos asignó Iberia para un viaje de 5,5 horas era de coña. Íbamos como piojos en costura, yo apenas me podía mover y no soy especialmente grande. De hecho, llegó un momento en el que me agobié de la aglomeración de gente -iba lleno-, el calor, la humedad y la falta de espacio vital. ¿No hay ninguna ley o reglamento que regule los m3 mínimos por pasajero que debe haber en un avión, especialmente para vuelos medios o largos? Que si ponía el ordenador sobre la bandeja, ya no podía escribir, tenía el teclado en el estómago. En fin, worst flight ever.

Otra mala noticia: me dejé el Reader en Israel :( Me di cuenta ayer por la mañana, cuando bajé a desayunar mi Shashuka, y al ir a echar mano al bolso, no estaba. Drama total para mí. Intenté convencerme de que estaría en la habitación, pero sabía que no, que me lo había dejado en el coche de nuestro guía, al que no veíamos ya ayer. Y, efectivamente, allí estaba. Mientras yo se lo estaba contando a mi jefe, nos llamó él para decirnos que "había encontrado un aparato electrónico desconocido en su coche". Resumiendo: que me lo mandan a España, que ayer estaba a 200km al norte de Tel Aviv y no podía acercarse. Eso sí, para qué usar una empresa de mensajería si lo puede mandar con un piloto de El Al amigo suyo. Así que vendrá cuando venga, pero perfectamente custodiado por tíos armados hasta los dientes. Me consuela no tener más que ci-fi dentro y no algún libro pro-palestino o, simplemente, de izquierdas, que todavía me puedo meter en un lío.

Por otro lado, el día de ayer fue largo, muuuuuy largo. Desde el check out más bizarro que he tenido jamás ("lo siento, la empresa sólo ha pagado la primera noche y no tenemos ninguna garantía de que vaya a pagar lo demás, así que se lo cobramos en su tarjeta de crédito") hasta el mierdavuelo. El check out, por cierto, se solucionó con un telefonazo a uno de los socios, que estaba en una reunión en el hotel, y que bajó y soltó una parrafada en hebreo. Aunque mirando la web del banco, todavía tengo el cargo en la tarjeta de crédito de la fianza provisional esa que te pasan el primer día (2.000 NIS, algo más de 400€). En fin, veremos si no termino teniendo algún lío.

Mañana de reuniones, comida tempranera (a las 12.30 hora israelí, una menos en España) y al aeropuerto, que había que estar 3 horas antes por los controles de seguridad. Ah, se me olvidaba: en modalidad entrar-al-centro-comercial-en-coche, el tío de la puerta (que también hay uno, claro), te hace abrir el maletero para echar un ojo. Eso sí, en un grave fallo de seguridad por parte de la paranoia colectiva, no te miran el bolso. Así que la opción está clara: entrar en coche, con la pistola en el bolso. Es lo que tienen las mamonadas, que de tan poco sólidas hacen aguas por alguna parte.

Mi pasaporte, con su código de barras y su asterisco.
De todos modos, lo mejor de ayer fue el paso por el aeropuerto y su momento bragas. Una hora completa para pasar los controles de seguridad, y eso que mi jefe me comentó que ayer no había apenas colas. Fue algo tan absolutamente intrusivo que llegó a ser un poco nauseabundo. Lo primero, revisión de pasaportes por una ¿soldado? israelí que, toda seria, nos hizo preguntas del tipo "¿qué relación hay entre ustedes?", "¿por qué te llamas así?", "¿cómo se llama tu padre?" o "¿de dónde proviene tu apellido?", además de las clásicas "¿por qué has venido a Israel?" o "¿dónde te has alojado?". Además, no se conforman con una respuesta simple... vuelven a preguntar lo mismo, de distintos modos, para ver si te pones nervioso. Y cuando parece que la tipa se queda tranquila, código de barras al pasaporte y a la maleta. El de mi pasaporte tenía un asterisco, así que estoy esperando que venga el Mossad a buscarme a casa. De nuevo, mi jefe me dijo que ayer no fue demasiado violento, que otras veces es mucho peor.

En el siguiente paso, la maleta que iba a facturar la hacen pasar por el mega-aparato de rayos X. De hecho, la de mi jefe no debieron verla bien y le hicieron que la pasara dos veces. Y, como resultado del escaneo, la orden directa: "a inspección de maletas". En el rato que estuve allí, como el 90% de las maletas fue a inspección visual. Mostradores con ¿soldados? israelíes te pedían que abrieras la maleta y, cargados con guantes y un instrumento que yo he denominado "palo del espíritu" en honor a Torrance, se ponen a inspeccionar la maleta. Y aquí viene el "momento bragas". Lo primero que hacen es sacar todos los aparatos eléctricos que lleves, incluidos los cables. Y cuando sacan la plancha del pelo, se han enganchado unas bragas -limpias- que salen volando y aterrizan en mitad del aeropuerto. La chica puso cara de póker, deben de haber visto de todo, y yo me limité a recoger mis bragas y a seguir respondiendo preguntas del tipo: "¿alguien además que usted ha tocado su maleta?" o "¿la ha perdido de vista en algún momento?". Cuando la chica ya había sacado todo lo electrónico, entra en juego el palo del espíritu. Una especie de mango de color azul con una balletita como de limpiar las gafas en un extremo, con la que frotan concienzudamente la maleta por dentro, por fuera, los bolsillos, entre la ropa... de vez en cuando, la chica se iba con su palo del espíritu y ponía la balletita contra un cilindro plateado. Al principio, yo pensaba que era para cargarlo; luego mis años de ver CSI entraron en juego y me di cuenta de que era algún tipo de análisis de restos de explosivos, drogas o quién sabe qué. Cuando la chica se relajó ya al ver que no era una terrorista en potencia, sacó a relucir su vena simpática y me hizo la primera pregunta casi-nada intrusiva del día: "¿de dónde eres?", "de España", "¿eres cristiana?". Y ahora qué le digo yo a ésta, joder. Opté por el camino fácil: mentir. Así que le dije que sí, que era mucho más fácil que explicarle a una judía que no creo ni en su dios ni en ningún otro. También le expliqué que España era tradicionalmente cristiana, no se fuera a ofender, pero que yo no era practicante. Y ya empezó la conversación acerca de Israel, sus lugares religiosos y su importancia. Cuando le aclaré que no había hecho nada de turismo, sólo negocios, me miró con cara de pena y empezó a preguntarme por España, por Madrid, por la vida en Madrid, etc. Ya era una conversación... iba a decir normal, pero claro, todo esto pasaba mientras yo cerraba mi maleta ("sorry for the mess" me dice la tipa) y ella me acompañaba, sin perder de vista la maleta hasta el mostrador de facturación de iberia, no fuera a sacar los explosivos en ese interludio y los fuera a meter en la maleta. Era maja, aunque me dejó muy descolocada cuando afirmó conocer palabras en castellano "de ver telenovelas".

En fin, primer control pasado. Vamos al segundo, el del equipaje de mano. Más ¿soldados? armados con el palo del espíritu que me hacen pasar por un detector de metales (que no detectó los imperdibles que llevaba en el pantalón, chúpate esa, Israel), antes de pasarme el dichoso palo por los zapatos y de hacer que abriera el bolso y la bolsa del portátil, lo sacara todo, le pasaran el palo del espíritu a todo con detenimiento... y todo esto con una chica bastante sosa que, además, me había retenido el pasaporte y la tarjeta de embarque. Cuando me dieron el visto bueno con un nuevo "sorry for the mess", que ya estaba empezando a pensar yo que se lo podían meter por donde les cupiera, a volver a armar el equipaje de mano y al siguiente nivel de seguridad, que yo pensaba que iba a ser el más heavy. Pero no, una chica en una garita me miró el pasaporte, la tarjeta de embarque, me puso un sello y "have a nice flight".


Cremas del Mar Muerto, ya colocadas en mi baño
Y dos horas por delante para el duty free del aeropuerto. Se deben poner las botas. Con la tontería de que no te dejan pasar casi nada en el control ("¿ha comprado algo en Israel?", "¿le han regalado algo?") y con la cantidad de tiempo con el que tienes que llegar, todo el mundo a comprar. Una cosa muy desconcertante: no me aceptaron euros, a pesar de que las máquinas están preparadas para ello. Cuando estaba pagando, una parte en los sheckalim que me quedaban, la otra con tarjeta, me pregunta la chica que en qué moneda quiero que me haga el cobro. Yo, que estaba viendo su monitor, con muchas cosas en hebreo pero tres palabras claramente reconocibles ("Euro", "US dollar", "NIS"), le digo que en euros, claro. "No aceptamos euros", me responde. Y ahí fue cuando me di cuenta de que si un judío no te acepta tu moneda, es que estás jodido del todo. Bye, bye euro. Por cierto, que aparte de decirme que no aceptaban euros, la chica de la caja me dijo que entendía algo de español "de ver telenovelas". Descolocada es poco.
Dulce israelí (ejem) que le traje a yami


Con estas, a embarcar, en un avión terrible para tantas horas, lleno de gente (la mayor parte de ellos de la Asociación Israelí de Uruguay, sección Discapacitados), donde apenas podía moverme en el asiento, y llegar a Barajas, a las 21.30 de la noche, habiendo cenado a las 19.00, hora israelí.

Lo peor fue llegar a casa, y encontrarme con la invasión de hormigas en el baño. Que ya me había avisado yami, pero claro, ahí estaba la marabunta. Al menos, están por la zona de la ducha, así que, ea, a echar agua, lejía y todo lo que tuviera. Terminé de limpiar ya tarde, casi a las 12. Y hoy tengo que ir a currar, por que hay funcionarios que no tienen conocimiento de la decencia, y me piden ahora, urgentemente, que les corrija unos planos que les envié hace dos meses. Welcome to Spain. Eso sí, estoy esperando a que abran la droguería para ir a comprar un hormiguicida, el más potente que haya ¬¬!