Aprovechando que Fon e Inés no trabajaban hoy, nos hemos ido los 4 a París. No teníamos muy claro dónde ir más allá de que a la 1 teníamos reserva para comer en el Barrio Latino. Al final nos hemos decantado por el Museo de Artes y Oficios y ha sido un acierto: es muy interesante y no había turistas. El museo tiene más de 200 años e incluso las vitrinas tenían historia. Tiene el problema de que está casi todo en francés y que la guía que te puedes descargar al móvil está en un popurrí de idiomas. Además, los puntos marcados para la audioguía no parecen coincidir con los de la aplicación. Aún así, con nuestros burdos conocimientos de francés hemos conseguido descifrar muchos de los carteles.
Lo que no hemos conseguido es saber qué nos estaba diciendo uno de los vigilantes cuando hemos continuado la visita hacia una ¿iglesia? que tenía dentro un péndulo de Foucault y una exposición de transportes (por que qué mejor sitio que una iglesia para poner unos andamios llenos de coches). Él señor nos estaba diciendo cosas y yo he pensado que nos pedía de nuevo los tickets, porque iba con un lector en la mano. Se los he intentado dar pero no los ha aceptado, sólo nos ha señalado con la mano el pasillo por el que habíamos venido. Luego nos han dejado pasar cuando íbamos con Fon e Inés en un claro ejemplo de discriminación por no ser ciudadanos.
¡Fondeus! |
Bici y al restaurante, que estaba encima de una cuesta. Hemos llegado que nos comíamos lo que fuera, y hemos pedido la especialidad de la casa: una fondue de queso y otra de aceite, acompañada de ensalada y patatas asadas (y después fritas, que no se desperdicie un gramo de grasa) a voluntad, sentados en una terraza. Todo riquísimo. Unos japoneses que pasaban por allí han flipado con lo que estábamos comiendo y han decidido imitarnos, aunque creemos que se les ha ido la mano: han pedido para dos lo mismo que nosotros para cuatro. Después de dos millones de fotos, les hemos dejado dándole a la carne y el queso, e iban a buen ritmo...
Nosotros hemos decidido que la carne estaba bien pero que qué pasa con el postre y nos hemos apretado unos crêpes de nutella que no hemos tenido más remedio que irnos a los Jardines de Luxemburgo a echarnos la siesta.
![]() |
No parecen malas vistas para echarse una siesta |
Curioso que había zonas de césped donde se permitía estar sentado (y estaban llenas) y otras que no (y estaban vacías). Nadie parecía vigilar para que se cumpliera pero se respetaba a rajatabla. Hemos caído derrotados no sin antes observar que teníamos a nuestro lado algo llamado "picnic-bebé"; no es más que lo que el propio nombre indica porque los franceses son casi tan poco originales como los alemanes para la nomenclatura.
Nos hemos ido de allí porque empezaba a refrescar y yo ya tenía tatuada en la espalda la hierba. Nos apetecía pasear cuesta abajo y hemos ido callejeando por el barrio. Nos hemos encontrado una feria de libro antiguo bastante chula y Fon se ha comprado un atlas de geografía de antes de la I Guerra Mundial.
Teníamos otra cita para un café, no sin antes pasar a comprarle "Le
Hobbit" a nuestra amiga Moni que nos lo había encargado. Por alguna razón hemos terminado en un bar lleno de adolescentes yanquis de viaje a Europa (Madrid-París-Londres) y que luego he descubierto que era un grupo de fútbol (soccer) europeo que, además, han decidido ir todas al baño al mismo tiempo que yo. Lo de los baños en esta ciudad está infradimensionado, en serio.
Hobbit" a nuestra amiga Moni que nos lo había encargado. Por alguna razón hemos terminado en un bar lleno de adolescentes yanquis de viaje a Europa (Madrid-París-Londres) y que luego he descubierto que era un grupo de fútbol (soccer) europeo que, además, han decidido ir todas al baño al mismo tiempo que yo. Lo de los baños en esta ciudad está infradimensionado, en serio.
Rosetón en Notre Dame |
A por bicis de nuevo pasando por Notre Dame, donde coincidimos con un atardecer impresionante y un concierto de órgano. Me acordé mucho de Franky y Migue que seguro que lo habrían disfrutado. En la estacón de bicis descubrimos que era la Fiesta de la Bici y Velib era gratuito (y había cola en el tótem). Nos fuimos a dar un paseo por la Place des Vosges y por la Bastilla, cuya rotonda debe estar diseñada para rememorar el siglo XVIII y sus cosas. Me pareció hasta más peligrosa que la del Arco del Triunfo, que ya es decir. Me pregunto quién diseñará esas trampas. Pensábamos dejar las bicis en la Gare du Lyon y pasar a ver la estación pero fue imposible: la base de las bicis estaba llena. Pedimos 15 minutos más y nos fuimos hacia nuestro destino de esa noche, el Parc de Bercy, una actuación similar al Matadero de Madrid pero mucho más grande y con una biblioteca horrorosa. Allí nos esperaba la cena, a base de carnaza. Fon e Inés tenían una promoción en la que los entrantes salían gratis y nos pusimos de comida hasta las cejas, de nuevo. En fin, podría vivir a base de entrecottes y ensaladas.
Por la noche ya hacía frío y nos habíamos quedado un poco helados en la terraza, así que decidimos coger las bicis para volver a la estación y coger el tren, decisión que duró hasta que nos subimos a las bicis y enfilamos hacia casa. Ya entraríamos en calor. Yo agradecí mi chaqueta de bici con capucha: fuimos en paralelo al Sena gran parte del tiempo y luego atravesando el Bois de Vincennes, durante unos 9 km muy bonitos. Eso sí, nos penalizaron por tardar más de media hora en devolver la bici pero el paseo mereció mucho la pena. Volvimos a tener problemas para dejar la bici pero 15 minutos más y listo. Caímos rendidos de nuevo: ya eran altas horas de la noche en Francia aunque en España estaríamos terminando de cenar.
Esta mañana hemos desayunado por última vez con Fon e Inés y hemos quedado para un nuevo viaje: París - Londres en bici, que lo hemos visto anunciar por todos sitios y parece ser que es un proyecto de la UE llamado "Avenida Verde": 406 km en bici, ¡llanos!. Este verano está un poco justo pero para 2016...
Hemos pasado unos días estupendos en París, que nos ha resultado bastante menos caro de lo que esperábamos. Una de las cosas buenas de ir con locales es que vas a sitios chachis y te enseñan trucos como que pedir agua del grifo es lo normal y no te ponen mala cara. La media de comida ha sido de 16,5€ cada uno y eso poniéndonos hasta las cejas.
Nos hemos dejado mucho por ver pero era algo que llevábamos asumido y no nos preocupa: ya volveremos. La experiencia de las bicis ha sido excepcional, si hubiéramos andado todo el rato habríamos terminado mucho más cansados y hubiéramos abarcado menos ciudad. En media hora hacíamos muchos kilómetros de una manera muy cómoda y barata. Totalmente recomendable si venís a París (y para niños existe la opción P'tit Vélib).
El próximo viaje aún no está planificado pero con casi toda seguridad será cicloturismo, que tenemos mono.
¡Hasta la próxima!
- Hemos comido en Heureux Comme Alexandre.
- Hemos cenando en Hippopotamus.